Es la caza del hombre. Son depredadores,
huelen la sangre, huelen el miedo. Como objetivo tienen al vulnerable, para
doblegar la fuerza del fuerte: el poder. El poder del enemigo es la siembra del
terror y el miedo. La cosecha de muertos. Crea una realidad dura, llena de
crudeza. Hombres y mujeres desalmados, sin piedad, en su sinrazón han hecho
mucho daño. Anthony conocía al enemigo, sabía que era muy peligroso. Cuando
tenía veintidós años sin saber por qué le eligieron como objetivo. Pero, ¿qué
hizo?, ¿quién se molestó? Ante la locura de ganar una supuesta libertad con
violencia asesinando inocentes queda la germinación de la justicia. Anthony
quizás hizo algo muy bueno, pues por ello le odian y está amenazado como tantos
otros inocentes. Es el bien y el mal en desafío persistente.
Han transcurrido veinticinco
años. Rememora situaciones extrañas. Como aquella estando en la Glorieta de la
ciudad, era noche cerrada, se encaminaron a sus respectivas casas, vivían cerca
los dos amigos, de repente aparece una furgoneta de color blanco y cristales
tintados de negro que paró cerca de ellos, bajó el conductor mirando aviesamente a
Anthony y éste decidió cruzar la calle. Ambos no paraban de mirarse. Incluso
Anthony le sonrió.
¿Dónde vas Anthony, estás raro
hoy?, preguntó su amigo J.
Voy a casa, mañana nos vemos,
respondió tranquilo.
Aceleró el paso. “Este tío me
quiere secuestrar”, pensó. Rápidamente llegó al portal de su edificio, abrió la
puerta, rápido se dirigió al ascensor, llegó a su planta y entró en su vivienda
aliviado. No dijo nada a su familia, se lo guardó para él. “Está ocurriendo
algo extraño”, pensó.
Durmió bien por la noche. Despertó
e hizo sus quehaceres en su hogar. Estaba un poco pensativo, aunque no le daba
importancia. Por la mañana salió con su hermana pequeña para acompañarla al
Instituto. Anthony decidió ponerse una gorra y sus gafas de sol, cosa que no le
gustó a su hermana.
¿Por qué vistes así?, preguntó
su hermana.
No te molestes, son cosas
mías, respondió Anthony.
Estando en el Instituto el
joven conserje se comportaba de forma extraña y estaba nervioso.
Quítate la gorra y las gafas
de sol, por favor, le ordenó su hermana.
Te haré caso, no te cabrees
conmigo, ¿no ves nervioso al conserje?, dijo Anthony.
Me estás poniendo nerviosa,
¿qué te ocurre?, dijo preocupada su hermana.
No me hagas caso, dijo Anthony.
Regresaron a casa. Anthony comenzaba
a estar inquieto. Vio las noticias en la tele cenando con la familia. El
ambiente en España estaba crispado. Fue cuando liberaron a José Antonio Ortega
Lara y el enemigo amenazó: “después de la borrachera vendrá la resaca”. Anthony
sin decir nada a la familia empezó a preocuparse, estaba cada vez más nervioso
y se encontraba hipersensible.
¿Mañana vas a ir a trabajar?,
le preguntó su hermano menor que él.
Sí, sin falta, respondió Anthony.
Pasó la noche. Sin esperarlo
llegó tarde al trabajo y sus compañeros se fueron sin él.
Quédate en el almacén, tus
compañeros se han ido, le recomendó otro compañero del curro.
Déjalo, me voy a casa.
Volvió a casa. Estaba un tanto
angustiado. Contempló el horizonte y lo veía raro, hasta el clima que hacía era
extraño. Dejó la moto en la cochera. Decidió dar un pequeño paseo, cuando de
repente un hombre mayor le increpó y parece que le insultó agresivamente a la
altura de la estación de tren. Sin dudarlo Anthony fue a su casa. “¿Qué está
ocurriendo? No entiendo nada”, se dijo.
Puso las noticias y escuchó
una última hora: ha sido secuestrado un concejal de Ermua.
Un escalofrío le recorrió todo
el cuerpo.