Al niño Liberto le apasionaba el
mapa topográfico de su país España. Pudo conocer todo lo que abarca su tierra,
las formas naturales como las artificiales mediante la planimetría: plano
geometría. Estudiando la geodesía podía saber que la tierra no era plana. Ahí
estaban todos los ríos, todas las montañas de su querida tierra. Sus dos
mesetas: Submeseta Norte y Submeseta Sur. Leyó que al final de los tiempos las
montañas se derrumbarían. Él se sentía vivo en lo alto de sus cimas. Aparte de
soñar con ser explorador le hubiera gustado cartografiar el mundo entero. Pensó
en El Cano y Magallanes. Aprendió que lo geográfico era debido a la acción del
hombre. El hombre podía dominar la tierra y todo lo que contenía, las aves
también. Él escapaba del espacio urbano y se perdía en la huerta y el campo. Supo
gracias a los mapas que el río de su ciudad se llamaba Segura. En los albores
de la civilización con el dibujo de la tierra les era más fácil la vida y sus
quehaceres a nuestros antepasados, con el devenir del tiempo la geografía ha
ordenado nuestra naturaleza y nuestra sociedad. Estudiando sabía que el clima
cambiaba si estabas en el hemisferio norte o en el hemisferio sur. Admiraba la magia
de los volcanes creando islas con su fulgor de lava.
Por las noches contemplaba la
luna y se preguntaba por qué no podía ver los otros planetas a simple vista. Veía
algo mágico que flotáramos en el universo en nuestro globo terráqueo ubicados
en la Vía Láctea. Estudió que las mareas se debían a la luna y Liberto hablaba
todas las noches con ella y la luna le regalaba su relumbre. Él pensaba que la
tierra, con su satélite y los demás planetas giraban alrededor del sol porque
estaban enamorados. Sabía que las estrellas pertenecían a millones de galaxias.
Soñaba con viajar a la luna, incluso a Marte. “¿Por qué no se ha viajado más a
la luna?, ¿cómo son en realidad los planetas?” se preguntaba.
Liberto ya de mayor trabajaba
como topógrafo responsable en la realización de edificios, puentes, carreteras…
Después de estudiar el terreno. Aunque no cejó en su curiosidad del universo.
Seguía siendo una esponja como de niño y tenía mucha inquietud. Estudiaba
mucho. “¿Fue Dios quien originó el Big Bang?”, se preguntaba. Pensaba que
quizás cada persona de nuestro mundo sería dueño de un planeta. Millones de
planetas, millones de dueños. Era idealista como Elon Musk y se dijo que
viajaría con él a Marte.
Liberto se preguntaba cuando
muriera cómo sería su trabajo en la otra vida, si es que se trabajaría, quizás
no. ¿Sería topógrafo como aquí en la tierra? Sin duda sería todo de otra forma.
No existiría daño y mal. La tierra no sufriría ni estaría contaminada ni habría
basura espacial. El universo sería colonizado por nosotros, aunque sería muy
distinta a nuestra vida terrenal.
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