lunes, 23 de junio de 2025

La Ética según Kant. (Una aproximación)

 

La Ética de Kant

El propósito de Kant (1724-1804) consiste en buscar la razón del “carácter incondicionado de los principios que expresan deberes”, reconociendo que debe hallarse en elementos estrictamente racionales, que son los únicos capaces de garantizar la universalidad. La ética trata de identificar las leyes a priori de la acción moral: “ética de la pura razón” (p. 148).

El punto de partida es la “afirmación del valor incomparable de una buena voluntad”. La buena voluntad no es el único bien, ni todo el bien, ni el único bien intrínseco (que constituye un fin en sí mismo), sino “el único bien incondicionado” (p. 149).

Es “el único bien del que no es posible hacer un mal uso” (p. 150)

El valor moral de la voluntad no estriba en algo externo a ella, pues ningún otro valor la condiciona a ella. Hay que atender “a las determinaciones intrínsecas del querer mismo e indagar de cuál de ellas depende que el querer sea incondicionalmente bueno” (p. 150).

Los dos elementos fundamentales del querer son su fin y su motivo. Para Kant sólo hay un buen motivo para obrar. Y “el conocimiento de aquel motivo (…) nos permitirá discernir cuáles son los fines que se propone una voluntad absolutamente buena” (p. 151).

El “único motivo que hace moralmente buena a la voluntad es el sentido del deber” (p. 151). La conformidad con el deber no es condición suficiente de la moralidad de una conducta ni el obrar por otros motivos, por loables que nos parezcan. El único motivo que da la moralidad es “el respeto que le inspira la ley moral a la que se sabe sometido” (p. 151): “el deber por el deber”. Cuando rechaza el amor como motivo digno es porque necesita someterse a la instancia racional.

La crítica al “rigorismo” kantiano ha sido excesiva, ya que “por deber” se interpreta como “en contra de las inclinaciones”: pero podemos estar motivados por el respeto al deber y a la vez por otros motivos adecuados. Además, al retirar el valor moral a algunos motivos ciertamente positivos no les está retirando otro tipo de valor.

En toda ley práctica cabe distinguir dos aspectos: su materia (el fin que ella ordena) y su forma (la universalidad con que ordena). Si se obra en atención al fin se está haciendo por inclinación, luego “es forzoso que quien obre por deber lo haga exclusivamente en atención a la forma de la ley: su voluntad seguirá siempre una máxima universalizable” (p. 153).

Este principio máximo del conocimiento moral es el “imperativo categórico” = “Obra sólo según una máxima tal que pueda querer al mismo tiempo que se torne ley universal”. Luego ofrecerá otras tres formulaciones secundarias del imperativo categórico. En la segunda de éstas es donde viene a decir que “todo hombre, como ser racional que es, ha de ser considerado fin en sí y respetado como tal” (p. 154).


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