domingo, 28 de diciembre de 2025

Éric Vuillard. Una salida honrosa.

Éric Vuillard. Una salida honrosa. Editorial TusQuets.

“Hay que viajar,” decía Montaigne. Así comienza la novela histórica con otras citas del arte de viajar. En sus primeras páginas nos relata las palabras básicas en francés para viajar a Indochina. Ha habido un motín de trabajadores y hay que defender al culi vietnamita: la palabra culi significa trabajador o criado indígena en Asía. Los inspectores de trabajo se adentran a un gran bosque sórdido. Delamarre inspeccionó la plantación y sintió vergüenza.

Éric nos habla de Dupont sin faltarle humor e ironía, contando los estragos de la guerra de los franceses contra Indochina y las peleas parlamentarias en el hemiciclo. Nos desvela por qué le dicen: “Dupont, el de los porteros”. También nos ilustra que el norte de Vietnam contiene bellos paisajes naturales.

En las páginas de Una salida honrosa aflora poesía. Éric Vuillard nos hace un retrato de Herriot, un tanto insensible y cansado, después de tanta labor pública. Hay dinero para la guerra, mucho dinero, en cambio, para las políticas sociales las ayudas son exiguas. 

Después del grueso del ejército compuesto por argelinos, marroquíes, colonos, ofreciendo su vida en la contienda no podía faltar la solidaridad con ellos. Los poderosos políticos sin perder humanidad y sensibilidad no podían evitar llegar a un unánime acuerdo. Hay que honrar a los héroes que han caído en la batalla y a los que han resultado victoriosos. ¿Un diputado árabe en Francia podría verse como un gran paso de la humanidad?

Un diputado, Mendès, el 19 de octubre de 1950, ¿sería capaz de no querer mentir a su país, sino todo lo contrario, decir la verdad? Todos escuchaban en el hemiciclo. ¿Qué pensaría la oposición? Se decía que una guerra era muy cara, demasiado. Y cuando se pensaba y afirmaba antaño en el interés de todos era como “la verdad de la época”.

Gloriosas batallas que salen muy rentables. Éric nos hace un retrato de los políticos en el hemiciclo. Y cuando acuden al bar.

Políticos destacados, referentes morales y, divergencias entre ellos siendo de distintas ideologías. ¿Acabar con una guerra? ¿Acordar un armisticio? ¿Hacer guerras por la paz? Hasta pensar diferente un político le puede tocar un atentado. Mientras los desarraigados de un país luchan y mueren a hierro.

El general Delattre es entrevistado en un potente medio de comunicación de los Estados Unidos con mucha audiencia. ¿Querría pedir ayuda a los Estados Unidos por la guerra contra Indochina? Le preguntaran los periodistas a bocajarro (otros amablemente) y se desvelará algo muy curioso y triste.    

¿Quién era el desconocido y héroe de guerra Henri Navarre el cual tenía que dar una solución imposible?

El presidente de Consejo, Mayer, y el general Navarre, buscaban una salida honrosa, y Mayer estaría a favor de apoyar a Navarre en todo.

El capítulo: Los diplomáticos, es de un vértigo su lectura. Parafraseando al autor: quien tiene poder, no se culpa. Un periodista católico se encuentra en una encrucijada. ¿Vale más el dinero que una persona?, me ha hecho preguntarme, más que nunca, después de la lectura del libro.

Navarre tenía un plan. Era la solución honrosa. ¿Sería efectivo su plan? Amenazaban los fantasmas. Él estaba empecinado en su idea. Los estadounidenses estaban ayudando mucho, demasiado, a Francia. Navarre estaba obsesionado con la solución honrosa. ¿Una salida honrosa?


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