A partir de 1975 se dan a conocer
poetas que no ofrecen unidad, salvo en algunas ocasiones, han preferido crear
su obra al margen de grupos, escuelas, normas y consignas. Existió un fuerte individualismo.
No preocupados por rupturas violentas, los poetas admiran la tradición literaria
clásica adaptándola a la nueva sensibilidad. Aunque pervive los rasgos de la
poesía novísima, como el hermetismo y formas experimentales, no tienen interés
en prolongar esta estética.
Las distintas tendencias coinciden
con una poesía de lirismo reflexivo, predomina lo emocional sobre lo racional.
La expresión de la intimidad, la propia experiencia y las inquietudes sobre la
propia creación.
Es relevante el triunfo de la
experiencia sobre la imaginación. La vida cotidiana, desprovistas de
connotaciones sociales y políticas y la relación con lo urbano con ello hay
coloquialismo y códigos que proceden de la publicidad y los medios de
comunicación, y otras veces con un lenguaje pulcro y cuidado; el humor y la
ironía.
Encontramos readaptaciones de
la épica, revitalización del surrealismo, y de la poesía pura y su celo extremo
utiliza la palabra concreta, depurada, concisa, la tendencia relevante en la
dos últimas décadas es una poesía intimista que reivindica cotidianidad.
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