En 1936 el teatro en España es
la actividad artística principal y su repertorio lo demandaba el público
burgués. En la Guerra Civil surge un teatro de circunstancia, de propaganda
ideológica y escasa calidad. Con el fin de la guerra, el verdadero teatro español
estaba fuera del país y los pocos dramaturgos que quedan sufren una censura implacable
y unos empresarios poco proclives a invertir en innovaciones. La precariedad
social y económica ayudará a un teatro de evasión, exaltación patriótica y de
comedia ligera.
Con el estreno de Historia de
una escalera de Buero Vallejo, en 1949, renace nuestra literatura dramática.
Los críticos dividen en dos a los autores de los años cincuenta: Tradicionales
e innovadores. Como comedia evasiva, fino humor rozando lo absurdo, creando un
teatro cómico basado en la ocurrencia descabellada, Jardiel Poncela y Miguel
Mihura serán sus representantes. Y otros crearan un realismo existencial y
social cuyo máximo representante es Buero Vallejo suponiendo la reaparición de
un teatro crítico.
En la década de los sesenta se
consolidará el realismo. La censura hará que no se estrenen muchas obras.
Como intento de superar el
realismo y dando cabida a una nueva concepción dramática y escénica, surge un
teatro de minorías que algunos llamaron Nuevo Teatro. Sus creadores bajo
la influencia de las vanguardias extranjeras elaboran propuestas simbólicas o alegóricas
con gran variedad estética. Francisco Nieva como mayor representante de esta
corriente, creará un teatro transgresor, subversivo en lo ideológico y lo estético.
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