sábado, 31 de agosto de 2024

El Reino de los Cielos (Capítulos 21 y 22)

21

“Ya llegará el cartero con su irremediable sorpresa…”, Ada Soriano

Agatha no estaba en el mundo, análogamente a Liberto. Ella vivía el no-ser de Buda. Sabía correctamente el significado de las palabras como había que hacer según Confucio. Lo mismo hacían los amigos literatos. A Liberto le gustaba Oriente, aunque no olvidaba las enseñanzas de Jesucristo. Mamen Mistral estaba un poco frustrada porque estaría trabajando de enfermera, sin embargo, no descuidaba su labor de literata. Algunas veces la correspondencia le daba algún susto y se rebelaba contra la divinidad. Aunque sabía que su suplica sería escuchada. Liberto vivía austeramente, con una pequeña cantidad de dinero que correspondía a una pensión exigua, se quitaba caprichos, salir los fines de semana, ir de comida o cena, no hacía cierta escapada o viaje, sin embargo, no paraba de leer y escribir. El sistema económico como siempre era diabólico, el dinero siempre escaseaba y poca ayuda ofrecían los estafadores. José, el escritor, trabajaba duro para ganar el pan. Hoy en día, debido a las crisis económicas, tener un trabajo es un lujo. Aparte de ofrecerte dignidad. Liberto se decía que Dios proveerá. Que todo iba a salir bien. “Todo es posible al que tiene fe”, recordaba.

Mamen Mistral malhumorada y frustrada, haciendo caso a Liberto, se molestó y obligó, sin dejarse de asombrarse y verla misteriosa, leyó: la introducción a Santo Tomás de Aquino: Los orígenes de la Escolástica se remontan al siglo VIII, Mistral, veía relevante que Carlomagno promoviera y realizase una reforma cultural fundando y multiplicando las escuelas para impulsar la educación: Pensando primero en la educación de la infancia; y, en segundo lugar, en la educación del clero. Aquí comienza La Escolástica. La importancia de las creaciones de las tres escuelas: monacales, palatinas y catedralicias. El nacimiento de las Universidades. La Escolástica en un primer momento tuvo una orientación platónica. En el siglo XIII llega a imponerse la tradición filosófica aristotélica sobre la tradición platónico-agustiniana. Dos sendas diferentes se unen en un camino común, es decir, la razón y la fe convergen. La teología es la maestra; la filosofía es la sierva. A Mamen Mistral le importaba que en esta época Dios era el centro. Lo observaba con gran misterio, mientras tanto, su amargura se desvaneció misteriosamente.

 

22

“…al principio fue la música”, José María Piñeiro.

José, el escritor: Me he acordado que conocí a un amigo de ADIEM por la tarde, algo muy raro en mí, pues me viene mejor la mañana para salir. Iba con Julieta y otros amigos, y así, hablando, sin querer, un amigo especial que nos acompañaba resulta que se está recuperando de su dolencia te nombró, te llamó por tu nombre: José, yo me emocioné, el amigo era muy lector, pero con la patología mental lee menos. Esto ocurrió la pasada primavera. Los caminos son inescrutables e incognoscibles. Liberto le escribió un mail a José, el escritor, mientras escuchaba el último disco de Bunbury y Amaral.

En una noche remota de verano todos los amigos de Liberto y él estaban en una landa escuchando música, tomaban alcohol, una de las bebidas era: Grog. Todos sus amigos eran unos perfectos bohemios y Liberto era un auténtico dandi. Liberto se acordó cuando pasaba toda la noche en la calle con sus amigos queridos. Todo era verdad, no existía doblez alguna. Primero era la hora de la cena y después los tragos de alcohol todos los fines de semana. El principio de la felicidad es la música, pensaba Liberto mientras echaba centellas en un saco. Para él la música es una verdadera transubstanciación, también transverberación y auténtica transfiguración. Y se imaginaba el monte Tabor y el monte Parnaso.   

 

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