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“Ya llegará el cartero
con su irremediable sorpresa…”, Ada Soriano
Agatha
no estaba en el mundo, análogamente a Liberto. Ella vivía el no-ser de Buda.
Sabía correctamente el significado de las palabras como había que hacer según
Confucio. Lo mismo hacían los amigos literatos. A Liberto le gustaba Oriente,
aunque no olvidaba las enseñanzas de Jesucristo. Mamen Mistral estaba un poco
frustrada porque estaría trabajando de enfermera, sin embargo, no descuidaba su
labor de literata. Algunas veces la correspondencia le daba algún susto y se
rebelaba contra la divinidad. Aunque sabía que su suplica sería escuchada.
Liberto vivía austeramente, con una pequeña cantidad de dinero que correspondía
a una pensión exigua, se quitaba caprichos, salir los fines de semana, ir de
comida o cena, no hacía cierta escapada o viaje, sin embargo, no paraba de leer
y escribir. El sistema económico como siempre era diabólico, el dinero siempre
escaseaba y poca ayuda ofrecían los estafadores. José, el escritor, trabajaba
duro para ganar el pan. Hoy en día, debido a las crisis económicas, tener un
trabajo es un lujo. Aparte de ofrecerte dignidad. Liberto se decía que Dios
proveerá. Que todo iba a salir bien. “Todo es posible al que tiene fe”,
recordaba.
Mamen
Mistral malhumorada y frustrada, haciendo caso a Liberto, se molestó y obligó,
sin dejarse de asombrarse y verla misteriosa, leyó: la introducción a Santo
Tomás de Aquino: Los orígenes de la Escolástica se remontan al siglo VIII,
Mistral, veía relevante que Carlomagno promoviera y realizase una reforma
cultural fundando y multiplicando las escuelas para impulsar la educación:
Pensando primero en la educación de la infancia; y, en segundo lugar, en la
educación del clero. Aquí comienza La Escolástica. La importancia de las
creaciones de las tres escuelas: monacales, palatinas y catedralicias. El
nacimiento de las Universidades. La Escolástica en un primer momento tuvo una
orientación platónica. En el siglo XIII llega a imponerse la tradición
filosófica aristotélica sobre la tradición platónico-agustiniana. Dos sendas
diferentes se unen en un camino común, es decir, la razón y la fe convergen. La
teología es la maestra; la filosofía es la sierva. A Mamen Mistral le importaba
que en esta época Dios era el centro. Lo observaba con gran misterio, mientras
tanto, su amargura se desvaneció misteriosamente.
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“…al principio fue la
música”, José María Piñeiro.
José,
el escritor: Me he acordado que conocí a un amigo de ADIEM por la tarde, algo
muy raro en mí, pues me viene mejor la mañana para salir. Iba con Julieta y
otros amigos, y así, hablando, sin querer, un amigo especial que nos acompañaba
resulta que se está recuperando de su dolencia te nombró, te llamó por tu
nombre: José, yo me emocioné, el amigo era muy lector, pero con la patología
mental lee menos. Esto ocurrió la pasada primavera. Los caminos son
inescrutables e incognoscibles. Liberto le escribió un mail a José, el
escritor, mientras escuchaba el último disco de Bunbury y Amaral.
En una
noche remota de verano todos los amigos de Liberto y él estaban en una landa
escuchando música, tomaban alcohol, una de las bebidas era: Grog. Todos sus
amigos eran unos perfectos bohemios y Liberto era un auténtico dandi. Liberto
se acordó cuando pasaba toda la noche en la calle con sus amigos queridos. Todo
era verdad, no existía doblez alguna. Primero era la hora de la cena y después
los tragos de alcohol todos los fines de semana. El principio de la felicidad
es la música, pensaba Liberto mientras echaba centellas en un saco. Para él la
música es una verdadera transubstanciación, también transverberación y
auténtica transfiguración. Y se imaginaba el monte Tabor y el monte Parnaso.
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