viernes, 12 de julio de 2024

El Reino de los Cielos (Capítulos del 11 al 14)

11

“Devorábamos pan con poesía. Nuestro mundo era el dolor, pero también era la belleza. Y todo aquello que es bello e ideal es poesía”, Mircea Cartarescu.   

Estuvo muy bien el recital y el encuentro, todos los que asistieron muy majos, cada uno con su matiz de originalidad. Un gran momento de paz. Gente sencilla que te premia con su generosidad. Ellos son sentimiento puro y no hay frialdad. Es un lugar extraordinario donde compartió sus poemas, pocos sitios así encontró o encontrará. Fue en la Sede de ADIEM de Orihuela. La casa de todos ellos. Lo que duró el recital y la conversación que entablaron se paró el tiempo y se olvidaron de los problemas y el sufrimiento. Le piropearon con que era un artista y un señor. Todos ellos recitaron un poema de Arcano, Alborada, Libertas y fue asombroso. En ellos veía genialidad, peculiaridad y abiertos a una amistad verdadera. Julieta estaba muy contenta y felicitó a Liberto. Fueron de visita a la Casa Museo de Miguel Hernández con dos amigas. Como esponjas adsorbieron su vida y obra. El poeta del dolor, del sufrimiento y de la pena. Escucharon con atención al guía turístico. La casa familiar para la época tenía valor por cómo fue construida. La familia de Miguel no era pobre, sin embargo, eran humildes. Julieta y Liberto se hicieron fotos, algunas de ellas pensaron bien que servirían para la publicación de un nuevo libro. ¡Cuánta magia estaban viviendo! Julieta estaba ilusionada como una niña pequeña. Libero leyó un poema de Miguel y lo escucharon un grupo de turistas. ¡Fue fantástico! Era una calurosa mañana de verano que parecía que estaban sufriendo una tormenta solar.  

 

 

12

          “Pero en el fondo el poetizar es una herida siempre abierta donde se desahoga la buena salud del cuerpo”, Cesare Pavese.

El Antiguo Régimen surgió de las ideas de los revolucionarios liberales. Con la destrucción nacía una nueva época. Europa fue decisiva para el cambio: Las revoluciones se produjeron a ambos lados del Atlántico: la americana, la industrial y la francesa. Así hemos llegado a nuestra etapa histórica actual. El pensador inglés John Locke defendió la necesidad de un contrato con gobernadores y gobernados, dijo la pequeña revolucionaria Penélope.  

          Ay, mi pequeña revolucionaria, ríos de sangre y tierra de podredumbre por revoluciones cruentas. Hoy un buen sonido, una palabra bonita, una imagen preciosa puede ser una revolución. Tenemos que revolucionar nuestro interior para cambiar nuestro trozo de mundo, nuestro trozo de universo. Aunque con una revolución incruenta, dijo Liberto.

          Sabes que no quiero derramamiento de sangre. Soy feliz, porque vivo y dejo vivir. No le complico la vida a nadie.

          Así estamos los dos. Así vivimos. He saboreado el lado oscuro. He sufrido mucho.

          Pero, ahora no estás solo, me tienes a mí.

          Y tú a mí. Quiero hacerte feliz. Últimamente me refugio en el rock.

          Apuesten por el rock and roll, dice el cantante.

          Soy feliz con un poema hondo, con una película bella y dramática y la buena música.

          Así la herida duele menos. Es menor el sufrimiento. Tú me das vida.

          Y tú me has robado el alma, dijo Liberto.

 

 

 

 

 

13

“…pero escribir no es una profesión, sino una especie de maldición…” Reinaldo Arenas.

José, el escritor, le interesaba la obra poética y narrativa de Liberto, le daba consejos, le animaba a pulir (sobre todo en narrativa) sus textos, sus diálogos… que dejase en un cajón la novela que estaba escribiendo y pasado un tiempo volviera a trabajar con ella. José, el escritor, evocaba sus años de estudiante de Filología inglesa mostrándole cómo lo hacía él. Solía enviarle artículos de interés a Liberto. Este los leía y en más de una ocasión le servía para escribir. En ocasiones se juntaban los amigos literatos en tertulia y hablaban de religión y literatura. José, el escritor, estaba muy interesado en el mundo de los sumerios, los fenicios, los persas… Leía con fruición a autores del sufismo. Todo lo cultura de la ciudad y de España le gustaba, la adoraba. Liberto escuchaba con atención a José, el escritor, y le hacía caso. “Una persona que no escucha a otra es peligrosa”, dice Ken Follett. José, el escritor, admiraba la Fiesta de Moros y Cristianos y la Semana Santa. No le gustaba estar toda la madrugada con el cubata en la mano perdiendo el tiempo. Ambos tenían fervor por la Hermandad del Silencio. ¡Admirable El Cristo del Consuelo! Con mucha fe andaban por las calles de la ciudad en medio de la oscuridad. Escuchaban y hablaban a Dios en el silencio de la noche.

          La más bella injusticia es la vida misma, es madre y madrastra al mismo tiempo. El mal y el sufrimiento que se ahoguen en leteo. ¿Por qué escribo?, se preguntó Liberto. U otros se lo han preguntado. Pues escribe porque está a favor del amor y en contra del mal. Lo primero que escribió de niño fue basándose sobre el peligro que sufrían san José, María y el niño. Se percató del peligro que sufrían huyendo a Egipto y lo mejor que pudo hacer era dedicarles su primer poema canción. Pasó por una primera etapa muy emocional, sentía mucha pasión a la hora de escribir y no corregía fríamente el texto narrativo o el poema. En su segunda etapa escribe y corrige lo que escribe, es apasionado escribiendo y frío como un tempano para pulir el texto narrativo o el poema. Pero camina ahora en esta larga inversión que es escribir por su tercera etapa. Antes de ponerse a escribir lee a otros autores o escribe menos y más despacio, esto es debido después de haber escrito mucho y está deseando leer a otros escritores o filósofos, pues se niega a ser un intruso en el mundo de la gran y fascinaste literatura. ¿Leer a filósofos? Por supuesto. “Pues que ningún filosofo se ha realizado como tal sin ser un gran escritor”, escribió María Zambrano. “Escribir es una enfermedad”, dijo Charles Bukowski. Sus amigos literatos y Liberto soñaban con sus proyectos literarios mientras la vida los llevaba por el camino de la paradoja más cerca o más lejos para materializar sus deseos.

        

 

 

14

El poeta José Hierro veía en la actividad poética: "la tarea cicatrizadora / de restañar con palabras nuevas / las heridas antiguas".

         

Penélope en ocasiones lloraba, cuando estaba débil y saturada. Liberto no se podía concentrar con sus lágrimas, pero las prefería, para que ello no fuera un infierno como En Un Mundo Feliz. En cambio, Liberto se cabreaba, estaba de mal humor cuando era esclavo de alguna injusticia. Dios nos ha dado la libertad de la vida. Somos libres. Pero hay cosas que no podemos controlar, nos hacen daño, sufrimos, es una verdadera injusticia. Los dueños del mundo gobiernan a los hijos de la luz. Liberto después de estar confinado en su casa, decidió ir todos los días a la biblioteca dos horas: leía la prensa, el suplemento cultural y libros. Sobre todo, leía mucha poesía. Cuando estaba en la biblioteca le gustaba observar el fondo local: ahí estaban los libros de sus amigos literarios, de otros que no conocía y de él. Sentía alegría y paz, después de perseverar en este inmundo. Unas cuantas veces se ha tropezado en el Templo de la Sabiduría (que es la biblioteca) con otros literatos de la ciudad que conoce menos y amigos. La actividad de leer y escribir le daba equilibrio, le daba paz. También hubo un tiempo que hacía fotos y quería volver a hacerlo. Andar por la huerta como hizo de niño. Su infancia son recuerdos del olor del azahar y los vuelos y los nidos de las aves. Julieta quería llevarle a él y a Penélope a visitas guiadas de la cultura de la ciudad. Para Liberto no existe lugar más hermoso y hondo para vivir y morir. Su ciudad era su baluarte para su alma sensible. La fortificación de su corazón enamorado y sencillo. Sus amigos literatos también lo consideraban así, aunque eran más críticos. Quien se escapaba más de la ciudad para respirar más libertad era Miguel Lapierre. Sin embargo, ¿Quién no quiere a su tierra? Las heridas se olvidan y se lanzan al mar. Y las alegrías se celebran con el brillo de la luna y el tintineo de las estrellas en la reconfortante oscuridad de la noche.


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