jueves, 16 de mayo de 2024

Obra de teatro: Apocalipsis

 

 

 

Obra de teatro: Apocalipsis.

 

 

 

APOCALIPSIS

 

Personajes:

 

Un hombre llamado “Corazón”

 

Un hombre llamado “Mente”

 

Y un hombre vagabundo.


El escenario es un parque con sus plantas, árboles y sus bancos.

Aparece en el principio de la escena un banco vacío.

 

Narrador: El transcurrir de esta obra es la similitud con la vida, recorriendo su camino hasta la llegada de la muerte, con una opinión personal filosófica, se recrea el debate entre el hombre, la religión y Dios. El final de lo ocurrido en la obra representada será la hipótesis del Apocalipsis. Una bimilenaria revelación.  

 

Narrador: El banco vacío en el jardín. Se sienta el vagabundo en el banco.

 

Pasa por allí el hombre llamado Mente aproximándose al vagabundo sentado en el banco.

 

Vagabundo: ¡Hola señor!. ¿Se sentaría a charlar un poco conmigo?

 

Mente: No, no. Tengo mucha prisa, ¡¿Sabe usted!?. Tengo muchas cosas que hacer.

 

Vagabundo: Siéntese un rato conmigo y hablemos. Vaya más despacio, hombre.

 

Mente: Bueno, solo un poco de mi tiempo le dedico. ¿Cómo llegaste a esta situación de ser un “don nadie”, vagabundear por la calle, viviendo de la caridad de la gente?

 

Vagabundo: No sé. A veces uno necesita ayuda y no la encuentra. Vivimos, y, lo que más nos importa es lo nuestro, lo de uno mismo. ¿Sabe usted?. Bastante egoísta es el mundo. Alguna culpa tendrá el mundo de que existamos los vagabundos.

 

Mente: Yo hice caso a mis padres que me cuidaron, estudié para conseguir un buen empleo y tener dinero.

 

Vagabundo: ¿Quisiste a tus padres? ¿Los cuidaste cuando eran mayores?

 

Mente: Por supuesto, ¡Claro hombre! Yo soy muy religioso. Creo en Dios.

 

Vagabundo: Sí. Dios es un gran amigo que siempre está para amar. Siempre que se le necesita allí está Él.

 

Vagabundo: ¿Vas a misa?

 

Mente: Sí. Todos los domingos y fiestas de guardar. Soy practicante de mi religión, oiga.

 

Vagabundo: ¿Das limosna a los pobres?

 

Mente: Sí, sí. Tengo mucho dinero, puedo dar la limosna que quiera.

 

Vagabundo: ¿Estás casado?, ¿respetas a tu mujer?

 

Mente: Sí estoy casado. A mi mujer la quiero mucho. Nos casamos por la Iglesia, ¿sabe?

 

Vagabundo: Hay muchas mujeres bonitas, y la mujer cuando está joven es muy hermosa.

 

Mente: Sí, sí, hay mujeres muy bellas. Estoy cansado un poco de mi mujer. Son muchos años que estamos juntos. Trabajamos en la misma empresa.

 

Vagabundo: Ya sabe, “hasta que la muerte os separe”. El matrimonio es únicamente entre un hombre y una mujer, es una alianza con Dios. La pareja de hecho es una unión.

 

Vagabundo: ¡Cómo detesto a la gente hipócrita que habla sin saber de las personas, haciéndole daño! ¿Tienes muchos amigos?

 

Mente: Sólo los que se merecen mi amistad. Tengo muchos, muchos amigos, como también enemigos. Además, en esta vida uno está solo y nadie mira por ti, sólo un auténtico amigo.

 

Vagabundo: ¿Qué piensas de los homosexuales? ¿Deberían casarse por la Iglesia?

 

Mente: Ese no es mi problema, lo que digan los curas estará bien, ellos son la Iglesia. ¡¿Sabes?! Es que yo soy muy macho.

 

Vagabundo: ¿No crees que la Iglesia está confundida respecto al sentir de ciertas personas en materia de sexo?

 

Mente: ¡Hombre! Es un voto, el voto de castidad, como el voto de obediencia, o el de pobreza. Es una norma que tienen que cumplir.

 

Vagabundo: No se reconocerá como matrimonio a dos personas del mismo sexo, es una unión entre ellos, que ha existido toda la vida y si hoy día tienen derechos, pues mejor. ¡Qué lastima que no se utilice más el preservativo para defendernos de la amenaza del sida! ¿Sólo haces el amor con tu mujer para procrear?

 

Mente: ja, ja, ja! ¿Qué confianzas son estas? Hombre, por supuesto, respeto al Señor Nuestro Dios por lo que se refiere al tema del sexo. Tengo 10 hijos y son como 10 soles.

 

Vagabundo: Te hablo con sinceridad. No quiero violentarte.

 

Mente: Mira quien viene por allí a lo lejos. ¿Le conoces?

 

Vagabundo: ¿Quién es él? No, no, le conozco

 

Mente: Es Corazón. No es por nada, pero es un hombre que tiene mucha personalidad, es muy valiente. Hasta luchó contra el poder, contra la mala política que hacían algunos, luchó contra ella sin ser político. Ahora no tiene trabajo. Además, es gnóstico. Y creo que es homosexual.

 

Vagabundo: “El que juzga será juzgado”. Lo digo sobre todo por todos aquellos que critican siendo unos ignorantes. Más amor y menos juicios.

 

Vagabundo: ¿Es una buena persona ese tal Corazón?

 

Mente: Sí, sí. Tiene mucha fama de ser muy buena persona. Además, dicen que es poeta.

 

Vagabundo: ¡Vaya, qué interesante! Dile cuando se aproxime que se siente con nosotros a charlar.

 

Mente: Corazón, siéntate aquí con nosotros y hablamos.

 

Corazón: Por supuesto, lo que vosotros queráis. No tengo prisa.

 

Vagabundo: Estamos aquí conversando Corazón. Hablando de los detalles de la vida. ¡Ya sabes! Uno mismo, Dios, la religión, el mundo.

 

Corazón: Yo soy gnóstico. También podría llegar a ser como tú, podría ser un vagabundo.

 

Mente: “Bienaventurado el que crea sin ver”.

 

Vagabundo: Cada uno es libre de creer o no. “Bienaventurado el que sea amado por Dios”.

 

Corazón: Para mí es más importante vivir y dejar vivir aquí en lo terrenal. Viviendo aquí en la tierra como si fuera ya el paraíso prometido que hablan los creyentes. Lo que importa son los hechos.

 

Mente: Así, creo, que estás viviendo en pecado Corazón. Siendo ateo.

 

Corazón: Perdone, pero soy gnóstico.

 

Vagabundo: ¿Tienes muchos amigos Corazón?

 

Corazón: Sí, algunos amigos.

 

Mente: Sí, ya. Dice que algunos amigos. Tiene muchos, es muy conocido, hasta internacionalmente. ¿No sé cómo lo hace? Je, je, je, je, je.

 

Corazón: Algunas amistades de más, son por mi trabajo, o como la labor de poeta.

 

Vagabundo: ¿Tienes enemigos Corazón?

 

Corazón: No. Intento no tener. Además, amo a cada semejante mío.

 

Mente: ¡Hombre! Hay gente mala.

 

Vagabundo: Dos no se matan si uno no quiere.

 

 

Corazón: La palabra amar no tiene límites. Si nosotros los humanos quisiéramos hacer de verdad algo positivo por el mundo sólo existirían dos problemas: La enfermedad y la muerte, únicamente.

 

Mente: Me has impresionado Corazón, y eso que no eres creyente.

 

Corazón: Creo en mis principios y valores.

 

Vagabundo: ¿Corazón te gusta hablar de la gente, criticarla?

 

Corazón: No, no. No soy un cotilla, bastante tengo con mi vida.

 

Mente: Hablar un poco de la gente, es algo divertido, se entretiene uno cuando está aburrido.

 

Vagabundo: ¿Estás casado?

 

Corazón: No, quisiera casarme, con un hombre a quien amo. La Iglesia no acepta el matrimonio homosexual, tienen razón. Es solo una unión. ¿Qué pensará Dios sobre el sentir de una persona homosexual?. Bueno, me podría casar por lo civil. Creo que a mis padres les hice sufrir mucho por mi tendencia sexual, para mí es doble el dolor.

 

Vagabundo: ¿Crees que estás marginado, que sufres una tribulación, eres un elegido por Dios?

 

Corazón: Sin duda estoy marginado por cierta gente. Un homosexual es ante todo una persona y Dios quiere a toda persona. No me considero una persona elegida, ni mucho menos. No sé si es mi tribulación haber perdido mi empleo después de que sacara a la luz las trampas de unos políticos corruptos. ¿Me habrá castigado Dios? No lo sé.

 

Vagabundo: ¿Qué piensas respecto al celibato?

 

Corazón: Creo que Cristo no obliga la castidad. ¿Unos serán eunucos, los hay que se casarán, otros serán solteros?… Lo que no acepta Cristo es el vicio.   

 

Mente: Es un tema delicado. Pero es muy cierto que Dios también está presente en la sexualidad del hombre. No quiero quedar como un loco.

 

Vagabundo: Dios creó al loco para hacerle ver al sabio la sabiduría. Además, quien se ríe de un loco, se está riendo de su propia ignorancia y de su poca humanidad, si es que la tiene… Todo lo bueno y lo malo de este mundo lo complace o lo sufre todo hombre y mujer.

 

Vagabundo: Corazón, ¿das limosna a los pobres?

 

Corazón: Lo que puedo. A veces no llevo dinero en mis bolsillos.

 

Vagabundo: Creo que el dar limosna a los pobres, son ellos, los pobres, los que dan la verdadera limosna al alma caritativa.

 

 

Mente: Yo doy mucho dinero a los pobres, todo lo que quiero, porque tengo mucho.

 

Vagabundo: Os lo digo a los dos, necesito limosna, una cantidad de dinero, unos 1.500 €  euros.

 

Mente: ¡Vaya hombre! ¿Te quieres quedar conmigo? Yo no te doy ese dinero ni borracho.

 

Corazón: Tengo algo ahorrado. Te lo doy ahora mismo.

 

Vagabundo: Mañana te lo devolveré Corazón.

 

Corazón: Cuando tú puedas, no hace falta tanta prisa.

 

Vagabundo: Mañana quedamos aquí en el banco a la misma hora.

 

Mente: Mañana creo que no vendré.

 

Narrador: Se van yendo los tres y el vagabundo y Corazón se dan un abrazo y se despiden con un hasta luego. Mente se fue sin despedirse.

 

Pasó la noche, la última noche del mundo. Nacía un nuevo día, un inocente amanecer de un eminente día.

 

Llegó el vagabundo y se sentó en el banco.

 

Más tarde vino Corazón.

 

Vagabundo: ¡Hola de nuevo Corazón!. ¿Dormiste bien ayer noche?

 

Corazón: ¡Hola vagabundo!. Dormí profundamente como si hubiera sido el último anochecer del mundo. ¿Y tú?

 

Vagabundo: Yo nunca duermo, y además, estoy en todos los lugares.

 

Corazón: ¡Por cierto! ¿No ha venido Mente?

 

Vagabundo: Ya lo dijo él que quizá no vendría.

 

Narrador: Quedaron en silencio un rato.

 

Vagabundo: ¿No me preguntas por tu dinero Corazón?

 

Corazón: Te dije que me lo devolvieras cuando pudieras.

 

Vagabundo: Creo que no te lo voy a dar.

 

Corazón: A todo esto, ¿Cómo te llamas?

 

Vagabundo: ¿Si te dijera que ayer fue la última noche del mundo, que se ha manifestado el Apocalipsis, y el dinero se lo di a unas monjitas misioneras diciéndole que era tuyo, y ellas, te mandan muchas gracias y que rezarían por tu alma?

 

Corazón: Pues yo diría que tu nombre es Cristo.

 

Vagabundo: ¡Vaya, si que han rezado las monjitas!

 

Vagabundo: Vayamos a dar un paseo por este día tan bonito y eterno.

 

Corazón: ¿Qué ocurrirá con Mente?

 

Vagabundo: Tiene que limpiar su alma por si quiere volver a charlar con nosotros en el banco. Con una única diferencia, que será para toda la eternidad.

 

Narrador: El Apocalipsis está en el poder de tu decisión.

 

 

 

-Fin-

 

 


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