Obra
de teatro: Apocalipsis.
APOCALIPSIS
Personajes:
Un
hombre llamado “Corazón”
Un
hombre llamado “Mente”
Y
un hombre vagabundo.
El
escenario es un parque con sus plantas, árboles y sus bancos.
Aparece
en el principio de la escena un banco vacío.
Narrador:
El transcurrir de esta obra es la similitud con la vida, recorriendo su camino
hasta la llegada de la muerte, con una opinión personal filosófica, se recrea
el debate entre el hombre, la religión y Dios. El final de lo ocurrido en la
obra representada será la hipótesis del Apocalipsis. Una bimilenaria revelación.
Narrador:
El banco vacío en el jardín. Se sienta el vagabundo en el banco.
Pasa
por allí el hombre llamado Mente aproximándose al vagabundo sentado en el
banco.
Vagabundo:
¡Hola señor!. ¿Se sentaría a charlar un poco conmigo?
Mente:
No, no. Tengo mucha prisa, ¡¿Sabe usted!?. Tengo muchas cosas que hacer.
Vagabundo:
Siéntese un rato conmigo y hablemos. Vaya más despacio, hombre.
Mente:
Bueno, solo un poco de mi tiempo le dedico. ¿Cómo llegaste a esta situación de
ser un “don nadie”, vagabundear por la calle, viviendo de la caridad de la
gente?
Vagabundo:
No sé. A veces uno necesita ayuda y no la encuentra. Vivimos, y, lo que más nos
importa es lo nuestro, lo de uno mismo. ¿Sabe usted?. Bastante egoísta es el
mundo. Alguna culpa tendrá el mundo de que existamos los vagabundos.
Mente:
Yo hice caso a mis padres que me cuidaron, estudié para conseguir un buen
empleo y tener dinero.
Vagabundo:
¿Quisiste a tus padres? ¿Los cuidaste cuando eran mayores?
Mente:
Por supuesto, ¡Claro hombre! Yo soy muy religioso. Creo en Dios.
Vagabundo:
Sí. Dios es un gran amigo que siempre está para amar. Siempre que se le
necesita allí está Él.
Vagabundo:
¿Vas a misa?
Mente:
Sí. Todos los domingos y fiestas de guardar. Soy practicante de mi religión,
oiga.
Vagabundo:
¿Das limosna a los pobres?
Mente:
Sí, sí. Tengo mucho dinero, puedo dar la limosna que quiera.
Vagabundo:
¿Estás casado?, ¿respetas a tu mujer?
Mente:
Sí estoy casado. A mi mujer la quiero mucho. Nos casamos por la Iglesia, ¿sabe?
Vagabundo:
Hay muchas mujeres bonitas, y la mujer cuando está joven es muy hermosa.
Mente:
Sí, sí, hay mujeres muy bellas. Estoy cansado un poco de mi mujer. Son muchos
años que estamos juntos. Trabajamos en la misma empresa.
Vagabundo:
Ya sabe, “hasta que la muerte os separe”. El matrimonio es únicamente entre un
hombre y una mujer, es una alianza con Dios. La pareja de hecho es una unión.
Vagabundo:
¡Cómo detesto a la gente hipócrita que habla sin saber de las personas, haciéndole
daño! ¿Tienes muchos amigos?
Mente:
Sólo los que se merecen mi amistad. Tengo muchos, muchos amigos, como también
enemigos. Además, en esta vida uno está solo y nadie mira por ti, sólo un
auténtico amigo.
Vagabundo:
¿Qué piensas de los homosexuales? ¿Deberían casarse por la Iglesia?
Mente:
Ese no es mi problema, lo que digan los curas estará bien, ellos son la
Iglesia. ¡¿Sabes?! Es que yo soy muy macho.
Vagabundo:
¿No crees que la Iglesia está confundida respecto al sentir de ciertas personas
en materia de sexo?
Mente:
¡Hombre! Es un voto, el voto de castidad, como el voto de obediencia, o el de
pobreza. Es una norma que tienen que cumplir.
Vagabundo:
No se reconocerá como matrimonio a dos personas del mismo sexo, es una unión
entre ellos, que ha existido toda la vida y si hoy día tienen derechos, pues
mejor. ¡Qué lastima que no se utilice más el preservativo para defendernos de
la amenaza del sida! ¿Sólo haces el amor con tu mujer para procrear?
Mente:
ja, ja, ja! ¿Qué confianzas son estas? Hombre, por supuesto, respeto al Señor
Nuestro Dios por lo que se refiere al tema del sexo. Tengo 10 hijos y son como
10 soles.
Vagabundo:
Te hablo con sinceridad. No quiero violentarte.
Mente:
Mira quien viene por allí a lo lejos. ¿Le conoces?
Vagabundo:
¿Quién es él? No, no, le conozco
Mente:
Es Corazón. No es por nada, pero es un hombre que tiene mucha personalidad, es
muy valiente. Hasta luchó contra el poder, contra la mala política que hacían
algunos, luchó contra ella sin ser político. Ahora no tiene trabajo. Además, es
gnóstico. Y creo que es homosexual.
Vagabundo:
“El que juzga será juzgado”. Lo digo sobre todo por todos aquellos que critican
siendo unos ignorantes. Más amor y menos juicios.
Vagabundo:
¿Es una buena persona ese tal Corazón?
Mente:
Sí, sí. Tiene mucha fama de ser muy buena persona. Además, dicen que es poeta.
Vagabundo:
¡Vaya, qué interesante! Dile cuando se aproxime que se siente con nosotros a
charlar.
Mente:
Corazón, siéntate aquí con nosotros y hablamos.
Corazón:
Por supuesto, lo que vosotros queráis. No tengo prisa.
Vagabundo:
Estamos aquí conversando Corazón. Hablando de los detalles de la vida. ¡Ya
sabes! Uno mismo, Dios, la religión, el mundo.
Corazón:
Yo soy gnóstico. También podría llegar a ser como tú, podría ser un vagabundo.
Mente:
“Bienaventurado el que crea sin ver”.
Vagabundo:
Cada uno es libre de creer o no. “Bienaventurado el que sea amado por Dios”.
Corazón:
Para mí es más importante vivir y dejar vivir aquí en lo terrenal. Viviendo
aquí en la tierra como si fuera ya el paraíso prometido que hablan los
creyentes. Lo que importa son los hechos.
Mente:
Así, creo, que estás viviendo en pecado Corazón. Siendo ateo.
Corazón:
Perdone, pero soy gnóstico.
Vagabundo:
¿Tienes muchos amigos Corazón?
Corazón:
Sí, algunos amigos.
Mente:
Sí, ya. Dice que algunos amigos. Tiene muchos, es muy conocido, hasta
internacionalmente. ¿No sé cómo lo hace? Je, je, je, je, je.
Corazón:
Algunas amistades de más, son por mi trabajo, o como la labor de poeta.
Vagabundo:
¿Tienes enemigos Corazón?
Corazón:
No. Intento no tener. Además, amo a cada semejante mío.
Mente:
¡Hombre! Hay gente mala.
Vagabundo:
Dos no se matan si uno no quiere.
Corazón:
La palabra amar no tiene límites. Si nosotros los humanos quisiéramos hacer de
verdad algo positivo por el mundo sólo existirían dos problemas: La enfermedad
y la muerte, únicamente.
Mente:
Me has impresionado Corazón, y eso que no eres creyente.
Corazón:
Creo en mis principios y valores.
Vagabundo:
¿Corazón te gusta hablar de la gente, criticarla?
Corazón:
No, no. No soy un cotilla, bastante tengo con mi vida.
Mente:
Hablar un poco de la gente, es algo divertido, se entretiene uno cuando está
aburrido.
Vagabundo:
¿Estás casado?
Corazón:
No, quisiera casarme, con un hombre a quien amo. La Iglesia no acepta el
matrimonio homosexual, tienen razón. Es solo una unión. ¿Qué pensará Dios sobre
el sentir de una persona homosexual?. Bueno, me podría casar por lo civil. Creo
que a mis padres les hice sufrir mucho por mi tendencia sexual, para mí es
doble el dolor.
Vagabundo:
¿Crees que estás marginado, que sufres una tribulación, eres un elegido por
Dios?
Corazón:
Sin duda estoy marginado por cierta gente. Un homosexual es ante todo una
persona y Dios quiere a toda persona. No me considero una persona elegida, ni
mucho menos. No sé si es mi tribulación haber perdido mi empleo después de que
sacara a la luz las trampas de unos políticos corruptos. ¿Me habrá castigado
Dios? No lo sé.
Vagabundo:
¿Qué piensas respecto al celibato?
Corazón:
Creo que Cristo no obliga la castidad. ¿Unos serán eunucos, los hay que se
casarán, otros serán solteros?… Lo que no acepta Cristo es el vicio.
Mente:
Es un tema delicado. Pero es muy cierto que Dios también está presente en la
sexualidad del hombre. No quiero quedar como un loco.
Vagabundo:
Dios creó al loco para hacerle ver al sabio la sabiduría. Además, quien se ríe
de un loco, se está riendo de su propia ignorancia y de su poca humanidad, si
es que la tiene… Todo lo bueno y lo malo de este mundo lo complace o lo sufre
todo hombre y mujer.
Vagabundo:
Corazón, ¿das limosna a los pobres?
Corazón:
Lo que puedo. A veces no llevo dinero en mis bolsillos.
Vagabundo:
Creo que el dar limosna a los pobres, son ellos, los pobres, los que dan la verdadera
limosna al alma caritativa.
Mente:
Yo doy mucho dinero a los pobres, todo lo que quiero, porque tengo mucho.
Vagabundo:
Os lo digo a los dos, necesito limosna, una cantidad de dinero, unos 1.500 € euros.
Mente:
¡Vaya hombre! ¿Te quieres quedar conmigo? Yo no te doy ese dinero ni borracho.
Corazón:
Tengo algo ahorrado. Te lo doy ahora mismo.
Vagabundo:
Mañana te lo devolveré Corazón.
Corazón:
Cuando tú puedas, no hace falta tanta prisa.
Vagabundo:
Mañana quedamos aquí en el banco a la misma hora.
Mente:
Mañana creo que no vendré.
Narrador:
Se van yendo los tres y el vagabundo y Corazón se dan un abrazo y se despiden
con un hasta luego. Mente se fue sin despedirse.
Pasó
la noche, la última noche del mundo. Nacía un nuevo día, un inocente amanecer
de un eminente día.
Llegó
el vagabundo y se sentó en el banco.
Más
tarde vino Corazón.
Vagabundo:
¡Hola de nuevo Corazón!. ¿Dormiste bien ayer noche?
Corazón:
¡Hola vagabundo!. Dormí profundamente como si hubiera sido el último anochecer
del mundo. ¿Y tú?
Vagabundo:
Yo nunca duermo, y además, estoy en todos los lugares.
Corazón:
¡Por cierto! ¿No ha venido Mente?
Vagabundo:
Ya lo dijo él que quizá no vendría.
Narrador:
Quedaron en silencio un rato.
Vagabundo:
¿No me preguntas por tu dinero Corazón?
Corazón:
Te dije que me lo devolvieras cuando pudieras.
Vagabundo:
Creo que no te lo voy a dar.
Corazón:
A todo esto, ¿Cómo te llamas?
Vagabundo:
¿Si te dijera que ayer fue la última noche del mundo, que se ha manifestado el
Apocalipsis, y el dinero se lo di a unas monjitas misioneras diciéndole que era
tuyo, y ellas, te mandan muchas gracias y que rezarían por tu alma?
Corazón:
Pues yo diría que tu nombre es Cristo.
Vagabundo:
¡Vaya, si que han rezado las monjitas!
Vagabundo:
Vayamos a dar un paseo por este día tan bonito y eterno.
Corazón:
¿Qué ocurrirá con Mente?
Vagabundo:
Tiene que limpiar su alma por si quiere volver a charlar con nosotros en el
banco. Con una única diferencia, que será para toda la eternidad.
Narrador:
El Apocalipsis está en el poder de tu decisión.
-Fin-
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