Los escritores exiliados no
formaron un grupo homogéneo, en su literatura – en los años inmediatos al
exilio – abordan temas comunes como: la Guerra Civil, la nostalgia de la patria
perdida, la recuperación de la infancia y la adolescencia, la reconstrucción
del pasado inmediato, la soledad.
En algunos escritores hay una
corriente de abstracción y simbolismo. Aunque otros escritores heredan el
realismo de los años treinta, otros como Rosa Chacel se mantienen fieles a la
estética de la vanguardia de los años veinte.
El teatro mantuvo cierta
vitalidad con escasas representaciones. Sus creadores representan diversas
estéticas: hay un teatro intelectual, con carácter de farsa y rasgos
tragicómicos, otro esperpéntico, teatro del absurdo y otro histórico y
político. Max Aub es la gran figura del teatro del exilio. Se inicia con un
teatro cercano al ideario vanguardista, la corriente del teatro de urgencia
durante la Guerra Civil y desemboca en un teatro de intención moral y denuncia
política.
La poesía del exilio participa
de los mismos temas que la narrativa: la Guerra Civil, la nostalgia del paraíso
perdido, el dolor del destierro, la reconstrucción de la infancia y la
adolescencia, el paso del tiempo. La mayoría de los autores desarrollará en
tierras americanas y a pesar de la dispersión una obra de compromiso ético y
estético.
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