sábado, 12 de marzo de 2022

Noticias de guerra

 

Estaba yo con mis amigos jugando y haciendo travesuras en el río Dniéper. Me encanta mucho la naturaleza, adoro esas montañas boscosas de nuestro país, Ucrania. Con mi familia me he bañado numerosas veces en el mar negro. Recuerdo el día de mi comunión en la catedral Santa Sofía, fue algo misterioso y muy emotivo. He visitado el complejo monacal de Kiev Pechersk Lavra con mis padres. Es un lugar de peregrinación cristiano en donde se conservan reliquias de tumbas de origen escita y catacumbas con restos momificados de monjes ortodoxos, me explicó mi padre. He observado esas tumbas y catacumbas y no he sentido miedo, me sentía tranquilo. Muchas de las niñas de Ucrania son rubias con ojos claros, de tez blanca como la nieve. Sabía que gente emigraba a Europa para una vida mejor. Era un niño feliz, en la gente veía amor. En la ciudad de Kiev vivíamos con calma, algarabía y risas. Estudiaba mucho, por las noches leía muchos libros con mi linterna a solas en mi habitación.

Pero de repente todo cambió. Mis padres estaban nerviosos. Me dijeron que no viera la televisión. Me prohibieron ir a jugar con mis amigos al río Dniéper. Que no me alejara de nuestro hogar. En los rostros de las personas que veía cerca de casa advertía tristeza, miradas atemorizadas. Los niños no podíamos ir al colegio. “¿Qué está ocurriendo?”, le pregunté a mi padre. “No te preocupes hijo, estamos en un aprieto”, me respondió. Pude ver en la televisión ante un descuido de mis padres hablar al presidente de nuestra nación Ucrania Volodímir Zelenski que íbamos a tener una guerra al tener que defendernos de la invasión por parte de la Rusia de Vladímir Putin. Eran noticias de guerra. “Pero ¿por qué?”, “¿qué mal hemos hecho contra Rusia?”, me pregunté. No entendía nada.

Pasaban los días y ya no había calma, algarabía y risas en las calles de Kiev. Decía la gente que la Iglesia se quedaba en nuestro país para ayudar ante esta grave tribulación. Los soldados iban a salvar a nuestra nación. Con el paso del tiempo tendríamos que dejar nuestro país mediante corredores humanitarios. “¿Por qué no capturan a Putin?”, “menos mal que tenemos topos en la inteligencia rusa y han salvado la vida de nuestro presidente Volodímir Zelenski”, oí a mi padre hablar con mi madre.  

Ya no soy un niño ucraniano tan feliz, veo en la gente miedo, inquietud, nerviosismo y sufrimiento. Sin duda es por falta de amor. He llegado a ver gente asesinada y eso solo lo leía en mis libros.

Francisco José Blas Sánchez

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