Miré por la ventana de mi
habitación a la calle una tarde cualquiera. Faltaba poco para el crepúsculo.
Entonces vi un coche aparcado en doble fila. El conductor miraba de frente con
sus gafas de color negras. Miró hacía atrás. Un coche salió de la esquina de la
calle donde estaba estacionado. En este lugar aparcó el conductor de gafas
negras. Salió de su coche todo chabacano. En pocos minutos llegó otro coche donde
subió el conductor de las gafas oscuras y ambos se largaron del lugar.
Algo ocurre. Esto resulta
sospechoso, pensé.
Llamé a la policía. Le conté la
situación sospechosa. Le di el número de matricula y el color del coche, la
marca del automóvil era difícil de saber. También les comuniqué el nombre de la
calle. Tomaron nota.
Me llamaron por teléfono pasada
una hora. Ha podido ser una desgracia, me dijeron. ¿Qué hubiera ocurrido?, me
pregunté.
Hemos inspeccionado el coche y
contenía explosivos, era un coche bomba, me dijeron.
No tuve noticia si detuvieron a
alguien.
Francisco José Blas Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario