El Reino de los Cielos.
Segunda parte
“¿Acaso no ha elegido
Dios a los pobres como herederos del Reino?”
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“…y es, sin embargo, meta y
esperanza de todo ser piadoso hacerse en Dios fuerte y eterno”, Herman
Hessen
Estaban
de tertulia en K Robert. Agatha preguntó si un escritor debe tener una alta
moral. Ella dijo que leía a Heidegger.
Cristo
dijo a san Pedro: "¿Y a ti qué?", cuando cuestionaba a otro
discípulo. "Es inevitable que no hayan escándalos", dijo Cristo.
"Ay de aquel que siempre hablen bien de él", también afirmó
Jesucristo. Somos imperfectos, limitados y pecadores. Sin embargo, debemos tener
buena moral y ética. Siento decir que hay límites. Aunque la religión cristiana
católica nos enseña a perdonar y amar. Si escribes con toda tu mente, tu
corazón y tu alma, creo que probablemente serás moralmente buena persona. Hay
que ser valientes para ser bondadosos. También dice Cristo: “quien juzga será
juzgado”. He visto bien enfocarlo con el faro de la fe. Yo por ejemplo también
leo a Heidegger, aunque me moleste, reflexionó Liberto.
Todos somos verdugos y víctimas en el inseguro camino de la
vida, dijo José, el escritor.
Yo separo autor y obra, aunque leer para mí es escuchar un
alma que te da respuestas, afirmó Mamen Mistral.
No puedo separar vida y obra. Yo diría que el pecado es
algo definitivamente crasamente, dijo Miguel Lapierre.
Liberto se quedó solo y meditaba: A veces leer algo
perfecto te hace sentirte bien semejante al escuchar una perfecta sinfonía o una
canción excelente envolviéndote en un misterio. Él vivió el misterio en su
propia carne de que su realidad quijotesca era real sin darse cuenta de que era
un auténtico delirio y por ello sufría. Le ha ocurrido en tres ocasiones. Y
cuando está cuerdo se acuerda de toda la realidad delirante que experimentó. No
la olvida. Liberto quiere vivir la vida como si fuera una película, que solo
los sueños sean la realidad. Y cuando pensaba en la divinidad solo pedía que se
hiciera realidad la felicidad infinita, en su suplica se acordaba de la
felicidad de la infancia y de la adolescencia arrebatada y quería recuperarla,
aunque sabe que será una felicidad mayor la que vivamos en lo empíreo.
Liberto trabó amistad con Elías sin saber que iba a ser uno
de sus mejores amigos. La poca lluvia, la ayuda exigua a las viudas estaban
presentes en toda nuestra piel de toro. A caballo como jinete o carro de fuego
Elías ayudaba a su prójimo, servía a Dios, colaboraba en su parroquia, era un
ser despampanante y la amistad que los unía era inquebrantable. Es tan esclavo
el humano de sí mismo que se autodestruye sin concederse libertad, dijo
Liberto. Elías discrepaba y le enseñaba que según las circunstancias. Algunas
veces hablaban de todo un personaje: El héroe aragonés errante camina con paso
firme entre san Cosme y san Damián. Como un jinete enamorado espera al alba,
quiere sanar todo problema nodal, mientras miles de amenazas se ciernen en un
total universo repleto de tristeza que hiere el alma. Declina en crepúsculo el
día y repetimos su melodía reverberando nuestro corazón. El héroe camina por
los caminos elegidos por la divinidad. Liberto le pedía consejo a Elías: Uno se
expone públicamente y es amado por el sentido común u odiado sin motivo. La
ignorancia es atrevida. Aunque la venganza es inútil; la mejor venganza es la
indiferencia. Al menos el enemigo te puede influir para un personaje antihéroe
o antagonista. Estaban de acuerdo con sus amigos literatos: José el escritor; Mamen
Mistral; y, Miguel Lapierre eran la pasión, el sentimiento y la genialidad de
la literatura. Liberto le decía a Elías: Una frase bella y honda resulta ser
como el buen sonido de una canción sublime. Leer te hace imparcial. Leer te
despierta. Elías le comentó a Liberto que quería abandonarse a la literatura y
leer más libros de los que leía que eran muchos.
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