sábado, 17 de agosto de 2024

El Reino de los Cielos (Capítulos 19 y 20)

19

“…la escritura dura lo que la fiebre”, Manolo García

          El escritor nos hace mirarnos al espejo. La literatura es un susurro para el alma. Una persona se forja escritor contra todo pronóstico. El éxtasis del escritor se manifiesta después de mucho esfuerzo y trabajo. La fiebre del escritor se siente un poco todos los días, sin embargo, otras veces es mayor y no puedes parar de escribir. Los escritores nunca mueren. Después de un éxito para un escritor le esperan tiempos febriles. Las palabras afloran escribiendo, proceden de lo arcano, alguien habla a la conciencia del escritor desde un lugar ignoto. Liberto necesitaba leer y escribir como el comer y el respirar. También les ocurría a sus amigos literarios y a Agatha. Todo libro contiene un tesoro, con la aventura de la lectura es descifrado. Todos los amigos de Liberto y él no se olvidaban del tesoro de la fe. Liberto el más fervoroso les recordaba y se recordaba: “¿Cuáles son tus alegrías?, ¿Cuáles son tus temores?”, de san Juan de la Cruz, y añadía: Deja que el Verbo conviva en tu castillo interior, deja que more la divinidad en tu intimidad. Que tu verbo, tus palabras hablen de verdad y amor. Hay demasiadas almas sin consuelo. Demasiadas injusticias. Abundantes guerras porque el corazón del hombre no es pacifico. Glorifica a Dios con tus obras. Ayuda al pequeño. El verdadero escritor es comprometido. Con nuestra vida podemos escribir otro Evangelio. Y que arda el mundo de amor. Aunque muera ajusticiado, torturado, asesinado, esté en el exilio o en la cárcel escribiré, siempre escribiré hasta derramar la última gota de sangre y con ella firmaré amor en el abajo firmante, se dijo Liberto.

Agatha dijo a Julieta que leyó unos escritos que decían que el suicidio en el hinduismo es una acción religiosa. Ella estaba a favor de la eutanasia. Sin embargo, Julieta (tenía debilidad por los animales y las personas mayores) prefería los cuidados paliativos y la muerte natural. Y añadía que los médicos se forman para salvar vidas y lo ético y lo moral es mirar por la vida del paciente. José, el escritor, meditaba sobre el sacrificio de un animal cuando este estaba sufriendo y no había otra salida. Liberto comentaba que Cristo murió torturado. Mamen Mistral afirmaba que había que morir heroicamente, pasara lo que pasara. Miguel Lapierre le llamaba la atención el suicidio, ¿cuántas personas han muerto así? Sin embargo, añadió que no somos dueños de quitarnos la vida.

La vida es un regalo, dijo Liberto.

          Es el triunfo de la vida, afirmó Julieta.

          Un regalo de Dios, comentó Agatha.

          El mundo está muy necesitado de calor humano, dijo Jose, el escritor.

          El mundo necesita amor, dijo Mamen Mistral.

          El mundo necesita al gran Amor, dijo Miguel Lapierre.

 

20

 “…Eres la que escribe casi sin ti…”, “…amas la vida como a un asesino…” “…te apartas de los días para quedarte en los libros…”, versos de Javier Puig que dedica a Alejandra Pizarnik.

          A partir de 1989 con la caída del Muro de Berlín y la desintegración en 1991 de la URRSS somos más libres. Liberto era un adolescente cuando fue testigo de estos grandes acontecimientos que dieron libertad a millones de personas.

          Estaban en su casa Penélope y Liberto, aunque no gozaban de su zona de confort. Sus hijos dormían, era medianoche.

Tenemos que ser proactivos, dijo Penélope.

          Es cierto. No tenemos que ser pasivos, dijo Liberto.

          ¿El sujeto tiene toda la responsabilidad?

          Hay ciertas cosas que se escapan a la persona y no puede controlar.

          ¿Por qué no nacer en un Paraíso? El dolor es inevitable.

          Empezamos a vivir y ya comenzamos a sufrir. Adoro mi arresto domiciliario literario.

          Tú me das vida. Aunque prefiero tu poesía porque haces de mi vuelo que no sea enjaulado, vivo tu poesía en la pena y en la alegría. 

Toda poesía contiene un mensaje que procede de lo arcano, incognoscible su hontanar. Leemos el arte de las palabras que alimenta a nuestro corazón.

 Me aferro a tu poesía para desafiar a mis mayores miedos.

 Yo soy tu héroe.

Y yo tu heroína.

No me importa ser pequeño.

Yo también tengo mis limitaciones. Y así amo lo poco que tenemos.

Es bueno abandonarse e imaginar que estamos en el regazo de la divinidad.

Tienes razón. Acecha el dolor, pero esquivo al sufrimiento con una buena película, con una buena canción o con un buen libro. Pero sobre todo tu poesía.

 

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