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“…la escritura dura lo
que la fiebre”, Manolo García
El escritor nos hace mirarnos al espejo. La literatura es
un susurro para el alma. Una persona se forja escritor contra todo pronóstico. El
éxtasis del escritor se manifiesta después de mucho esfuerzo y trabajo. La
fiebre del escritor se siente un poco todos los días, sin embargo, otras veces
es mayor y no puedes parar de escribir. Los escritores nunca mueren. Después de
un éxito para un escritor le esperan tiempos febriles. Las palabras afloran
escribiendo, proceden de lo arcano, alguien habla a la conciencia del escritor desde
un lugar ignoto. Liberto necesitaba leer y escribir como el comer y el
respirar. También les ocurría a sus amigos literarios y a Agatha. Todo libro
contiene un tesoro, con la aventura de la lectura es descifrado. Todos los
amigos de Liberto y él no se olvidaban del tesoro de la fe. Liberto el más
fervoroso les recordaba y se recordaba: “¿Cuáles son tus alegrías?, ¿Cuáles son
tus temores?”, de san Juan de la Cruz, y añadía: Deja que el Verbo conviva en
tu castillo interior, deja que more la divinidad en tu intimidad. Que tu verbo,
tus palabras hablen de verdad y amor. Hay demasiadas almas sin consuelo. Demasiadas
injusticias. Abundantes guerras porque el corazón del hombre no es pacifico.
Glorifica a Dios con tus obras. Ayuda al pequeño. El verdadero escritor es
comprometido. Con nuestra vida podemos escribir otro Evangelio. Y que arda el
mundo de amor. Aunque muera ajusticiado, torturado, asesinado, esté en el
exilio o en la cárcel escribiré, siempre escribiré hasta derramar la última
gota de sangre y con ella firmaré amor en el abajo firmante, se dijo Liberto.
Agatha
dijo a Julieta que leyó unos escritos que decían que el suicidio en el
hinduismo es una acción religiosa. Ella estaba a favor de la eutanasia. Sin
embargo, Julieta (tenía debilidad por los animales y las personas mayores) prefería
los cuidados paliativos y la muerte natural. Y añadía que los médicos se forman
para salvar vidas y lo ético y lo moral es mirar por la vida del paciente.
José, el escritor, meditaba sobre el sacrificio de un animal cuando este estaba
sufriendo y no había otra salida. Liberto comentaba que Cristo murió torturado.
Mamen Mistral afirmaba que había que morir heroicamente, pasara lo que pasara. Miguel
Lapierre le llamaba la atención el suicidio, ¿cuántas personas han muerto así?
Sin embargo, añadió que no somos dueños de quitarnos la vida.
La
vida es un regalo, dijo Liberto.
Es el triunfo de la vida, afirmó Julieta.
Un regalo de Dios, comentó Agatha.
El mundo está muy necesitado de calor humano, dijo Jose, el
escritor.
El mundo necesita amor, dijo Mamen Mistral.
El mundo necesita al gran Amor, dijo Miguel Lapierre.
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“…Eres la que escribe casi sin ti…”, “…amas
la vida como a un asesino…” “…te apartas de los días para quedarte en los
libros…”, versos de Javier Puig que dedica a Alejandra Pizarnik.
A partir de 1989 con la caída del Muro de Berlín y la
desintegración en 1991 de la URRSS somos más libres. Liberto era un adolescente
cuando fue testigo de estos grandes acontecimientos que dieron libertad a
millones de personas.
Estaban en su casa Penélope y Liberto, aunque no gozaban de
su zona de confort. Sus hijos dormían, era medianoche.
Tenemos
que ser proactivos, dijo Penélope.
Es cierto. No tenemos que ser pasivos, dijo Liberto.
¿El sujeto tiene toda la responsabilidad?
Hay ciertas cosas que se escapan a la persona y no puede
controlar.
¿Por qué no nacer en un Paraíso? El dolor es inevitable.
Empezamos a vivir y ya comenzamos a sufrir. Adoro mi
arresto domiciliario literario.
Tú me das vida. Aunque prefiero tu poesía porque haces de
mi vuelo que no sea enjaulado, vivo tu poesía en la pena y en la alegría.
Toda
poesía contiene un mensaje que procede de lo arcano, incognoscible su hontanar.
Leemos el arte de las palabras que alimenta a nuestro corazón.
Me aferro a tu poesía para desafiar a mis
mayores miedos.
Yo soy tu héroe.
Y yo
tu heroína.
No me
importa ser pequeño.
Yo
también tengo mis limitaciones. Y así amo lo poco que tenemos.
Es
bueno abandonarse e imaginar que estamos en el regazo de la divinidad.
Tienes
razón. Acecha el dolor, pero esquivo al sufrimiento con una buena película, con
una buena canción o con un buen libro. Pero sobre todo tu poesía.
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