“En resumen, podemos decir que
no es posible encarar dimensiones psicológicas de la enfermedad como
dimensiones autónomas sin recurrir a algún sofisma. Es cierto que podemos situar
la enfermedad mental en relación con la historia psicológica e individual, en
relación con formas de existencia. Pero si no quereos recurrir a explicaciones míticas,
como la evolución de las estructuras psicologías o la teoría de los instintos o
una antropológica existencial, no podemos hacer de esos diversos aspectos de la
enfermedad formas ontológicas. En realidad, solo en la historia podemos
descubrir el único a priori concreto en el que la enfermedad adquiere, con la
apertura vacía de su posibilidad, sus figuras necesarias.”
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