Luto a la hora de la tarde,
allá en la pradera
quedó la libertad, la luna,
la salvaje inocencia.
Hombre y animal se miran
en la pasión vespertina,
empuñada la espada,
brama su fuerza
tempestad de defensa,
nacido para el duelo
la muerte espera,
solo un loco muy cuerdo
quijote
concediera el indulto.
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