Encarnado de su carne, sangre
de su sangre, espíritu de su espíritu, hacerse la luz y venir a este mundo en
el milagro de la vida. Ella fue mi guía cuando no tenía conciencia, con los
años, mi mejor consejera. Nunca me ha faltado su perdón. Siempre la suelo
recordar sonriendo, ¡cuánto me gusta!. Infinita ternura he recibido de ella,
sin pedir nada a cambio. ¡¿Hay algo más grande creado que el corazón de una
madre?!. Por respeto le digo madre; por cariño mamá. ¡Cuánto poder y belleza se
concentran en la palabra mamá!. Que no le falte a ningún hijo su madre. ¿Quién
no quiere a su madre?. La veo envejecer, comienzan los problemas de salud, entonces,
se manifiesta mi niño interior porque la quiere rescatar. Todo lo que soy se lo
debo a mi madre, y seré más, y mejor, para gloria de ella. Sé que tengo futuro,
y si lo tengo es por obra de mi madre. Las madres han venido al mundo para
querer. Quien quiere a su madre quiere a todo el mundo. Quien gobierna el mundo
es la madre.
Francisco José Blas Sánchez
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