sábado, 13 de marzo de 2021

La Noche

 

Estábamos a solas mi novia y yo en la pinada cercana a nuestra ciudad, había oscurecido, no teníamos nadie a nuestro alrededor, en la distancia, estarían las familias a punto de cenar en sus casas de la urbanización. -Quiero hacerte una pregunta, dijo ella. De pronto una luz blanca coronó la sierra y un objeto, quizá un platillo apareció inmóvil y a los segundos desapareció rápidamente. -¿Has visto eso?, preguntamos al unísono. -Sí, sí, una luz muy brillante, dije yo. -Y un objeto volador, ¿no lo has visto?, preguntó ella. -Sí, lo he visto también, le dije. -Qué cosa más extraña hemos visto, mañana volvemos con una cámara, ¿qué me querías preguntar?, le dije mirándola a los ojos. –No nada, no era nada, me dijo ella. La acompañé a casa, nos dimos un beso y un abrazo y la perdí cuando cerró la puerta. Yo ya estaba tumbado en la cama leyendo un libro de J.J. Benítez y me quedé durmiendo. Dormí muy bien esa noche. Después de trabajar quedé con mi novia y me eché la cámara de fotos. Allí estábamos otra vez los dos en medio de los árboles bajo el negro cielo, pero esta vez con la cámara de fotos. -¿Qué me querías preguntar ayer?, le dije. Es que me da un poco de vergüenza, pensarás que estoy loca, me dijo. –Venga, tenemos confianza, ¿no?, le comenté. -¿Puede ser que te vea todas las noches tomando café con la policía en el bar de la estación que está enfrente de mi casa?, me preguntó mi novia. –Tengo que sincerarme contigo y decirte la verdad, me ocurre a partir de mi adolescencia, tengo el poder de la bilocación, no se lo he dicho a nadie hasta ahora, le dije. De repente apareció una luz brillante que iluminó el cielo y pudimos ver un objeto encima de nuestras cabezas. –La cámara, la cámara, gritó ella. La luz y el objeto volador desaparecieron muy rápido. -¿Has podido hacer fotos?, me preguntó mi novia. –Sí, Sí, he hecho varias, le contesté. “Veámoslas”, dijimos los dos. Comprobemos que en una foto se observaba un objeto volador no identificado. -Mañana vamos a la prensa, me dijo mi novia muy ilusionada. Llegamos a la puerta de su casa. –Qué fuerte lo que te ocurre, me dijo ella. –¿No estarás asustada?, le pregunté. –No, no, ni mucho menos, quiero vivirlo, es muy emocionante, me respondió. Nos despedimos. Me marché a mi casa. Me sentía muy relajado y me venció el sueño. De repente, sentí algo y en mi mente aparecía yo en el bar sentado a la mesa con los agentes de la policía que patrullaban la ciudad por la noche y vi a mi novia que me saludaba con una amplia sonrisa desde su ventana.

Francisco José Blas Sánchez

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