La Exploración de
Canaán por 12 espías, Números 13:1-3.
Moisés envió a 12
espías uno de cada tribu.
Como 10 espías
devolvieron un informe malo y la gente los creyó. Los israelitas se quedaron
otros 37 años en el desierto antes de entrar en la tierra prometida.
Capítulo 1
Alejandro Blanco
de cuarenta años, siempre que podía intentaba ver el amanecer, como también el
anochecer. Henchido de alegría, sumido en sus pensamientos. Solía dar un paseo
por las calles de la ciudad fumando un cigarro.
Estaba destinado
como espía a defender la ciudad, proteger a una víctima del terrorismo por
parte del enemigo y contaba con una amplia red de informadores que tan sólo
mantenían contacto por mail y teléfono.
El 11 S y el 11 M
según el manual de espías fue Tía Minnie. Se sabe poco del 11 M, mucha mentira
y no se ha querido investigar, no se sabe por ejemplo quiénes fueron los
autores intelectuales por si fueran varios. Alejandro Blanco llegó a enterarse
que la NSA de Estados Unidos tenía una pista de terroristas en suelo americano.
Todo hubiera sido distinto si hubieran compartido la información con otros
servicios de inteligencia.
El 20 de octubre
del 2011 el enemigo comunicó que cesaba la violencia. No se ha disuelto. Falta
una entrega de armas y de explosivos. El gobierno del PP, Mariano Rajoy, quiere
que pidan perdón y que colaboren con la justicia. Según informantes de Blanco,
en la cúpula del enemigo hay uno o varios topos. Se cree que Josu Ternera
colabora con el CNI para no ir a prisión. El enemigo tras el acoso policial y
judicial está agónico. Su declive empezó en julio de 1997 tras el asesinato de
Miguel Ángel Blanco, así como la ilegalización de Batasuna, influyendo también
la muerte de Silvia y un hombre de avanzada edad en un atentado a la casa
cuartel de Santa Pola. Con el tema de MAB, fue un punto de inflexión, el
principio del fin, las víctimas gozaban de más respeto. A día de hoy es triste
ver odio en niños, pero es así de cruel la realidad.
Más de la mitad
de las víctimas del terrorismo sufren daños psicológicos, mientras tanto, los
presos del enemigo (unos 350, que ellos se definen presos políticos, siendo
simplemente asesinos) quieren acogerse a beneficios penitenciarios sin delatar
a nadie, orden expresa del enemigo.
Blanco trabajaba
en su despacho, todos sus documentos e informes los guardaba bajo llave.
También trabajaba en la calle, tenía buena relación con policías y guardias civiles,
sin saber ellos que era espía y sin saber que protegía a una persona en la
ciudad. Era un agente operativo que necesitaba a una analista en su caso, por
cierto muy bella, las mujeres espías son muy guapas.
Los momentos
mejores del día era el amanecer mientras fumaba y tomaba café. Pasear por la
calle le estimulaba, sentía la adrenalina, buscando alguna amenaza o personas
sospechosas. El otro momento era la noche, ya algo relajado se tomaba dos
copas, no quería abusar. Le encantaba la noche. Llegó a tener destino y trabajo
sólo por la noche, cosa de la que tiene nostalgia.
Blanco recuerda
cuando echó la solicitud al CNI, le llamarían varios años después para ser
admitido, recordaba los psicotécnicos, clase de autodefensa, la entrevista
llena de empatía con una mujer que trabajaba para el centro, sabiendo ellos,
los mandos, información personal y familiar, recordaba las pruebas prácticas de
obtener información de los hábitos de una persona que vivía en un piso de
edificios elegidos por los instructores, la información que tuvo que obtener en
pocas horas en un bar a su dueño: DNI, etc… Así como realizar croquis. Total
seis meses de instrucción y tres meses más en la academia. Recuerda algo de
película que le pasó en el proceso de instrucción con una chica y pensó que
podía tratarse de una trampa de miel y pasó de ella.
Capítulo 2
La víctima, Pablo
Pardines de cuarenta años era una víctima sin ley por la dejadez de los
políticos, los amenazados no han sido reparados por el Estado Español. Pero
confiaba en la policía y guardia civil. Si podía, se pasaba el día entero
informándose por la radio y leyendo periódicos. Se convirtió en víctima el
trece de julio de 1997, hubo en su vida de todo, salía mucho de casa, incluso
los fines de semana y también pasar a estar recluido en casa por el peso de la
amenaza, el terror y la inseguridad. Agradecía no haber sido cazado por el
enemigo, pero se sentía culpable porque otras personas fueron extorsionadas, heridas,
mutiladas, secuestradas y asesinadas. Se sentía un afortunado. Aunque sufrió
mucho.
La víctima
pensaba sobre todo en Irene Villa, Consuelo Ordoñez, José Antonio Ortega Lara,
Mari Mar Blanco, Francisco José Alcaraz, Ángeles Pedraza… leía sus entrevistas.
Aunque le importaba todos las víctimas. Estuvo en dos conferencias: una, la de
Consuelo Ordoñez y la otra de Gotzone Mora. Coincidieron en ambos actos el
espía Alejandro Blanco y la víctima, sin saber ésta que tenía a una persona tan
cerca que le estaba protegiendo.
La víctima era
profesor de literatura en un instituto. Desconfiaba de la gente nueva que
conocía. Por ejemplo desconfiaba de camareros de algún bar o cafetería a los
que acudía en su ciudad o fuera de ella. En otros bares se sentía cómodo porque
eran de confianza.
Pardines vivía en
piso ni muy grande, ni muy pequeño, cuadrado, era acogedor. Sentado en su
butacón escuchaba a Roy Orbison, You Go It mientras leía el periódico con una
copa de whisky. Al caer la noche repasaría sus libros de su amplia biblioteca.
El día fue duro, los chavales del instituto se portaron bien, llegaba a algunos
de ellos, otros eran de trato más difícil, pero en general las clases
funcionaban.
En su mesita de
noche tenía dos libros, el primero de ellos Falcó de Arturo Pérez Reverte, y el
segundo Patria de Fernando Aramburu, los leía saboreándolos poco a poco los
fines de semana. Entre semana solía corregir exámenes. Algunos alumnos eran muy
brillantes. Le encantaba leer redacciones de sus alumnos, tenían cosas interesantes
que decir. Como dijo José Saramago, todos tenemos que escribir nuestras
pequeñas memorias.
Era Navidad,
llovió mucho. Pasó con su pareja Mónica cinco años menor que él y que es
escritora, la NocheBuena. Sin hijos, no tenían. El día de Navidad se juntarían
con los padres y suegros en una casa grande en la huerta con bastante terreno.
Capítulo 3
La analista
Helena de treinta años, se puso en contacto con Blanco.
-El peligro que
tenemos ahora son los comandos legales.
-Sí, los no
fichados, dijo Blanco.
-Sigue siendo la
sombra del profesor, dijo Helena.
-Ya sabes, hasta
la muerte, es un buen hombre, por él pudimos aclarar el chantaje al gobierno,
un tipo listo.
-Repasa fechas,
aniversarios…etc, como yo hago, le recomendó Helena.
-Sí, sí. No lo
dudes. De momento percibo normalidad, pero ha habido detenciones, ya sabes.
- El enemigo se
ha movido por Portugal, el mercado negro le ha proporcionado armas.
- Sí, pero parece
que no lo tienen tan fácil.
- El gobierno de
Mariano Rajoy quiere que el enemigo se disuelva y que los presos se arrepientan
y colaboren con la justicia.
- Sí, lo veo
bien, demasiado barato les ha salido tener partido político.
-Podemos defiende
a los presos del enemigo.
-Sí, alguien se
pregunta qué o quién está detrás de Podemos.
-Hasta pronto.
-Hasta luego
Helena.
Recuerda Blanco
estar a solas con Helena en su despacho, tomaban café, se miraron directamente
a los ojos, una mirada cálida, ambos se pusieron de pie, bailaron un poco, con
música de Depeche Mode, ambos se acariciaban los cuerpos, Blanco besaba el
cuello de Helena, mientras éste le acariciaba los muslos, ambos buscaron los
labios estando abrazados, pero los dos dijeron que no. Sexo entre compañeros no
querían los dos. Les estimulaba la atracción que los dos se tenían.
Murió Fidel
Castro, un dictador menos. Blanco se dijo, yo, estoy más con los presos
políticos, las Damas de Blanco, Fariñas, Oswaldo Payá y con Reinaldo Arenas. Y
se encendió un cigarrillo fumándolo con placer.
Llovía mucho, el
cielo estaba repleto de un ejército de nubes. Decidió Blanco ir a un hotel en
Torrevieja que está en un acantilado, justo encima del mar y al que se puede
ver con unas vistas impresionantes. Fue a fumar un cigarro con una copa de vino,
en una zona habilitada para fumar. Había allí un pequeño grupo de gente que se
le escuchaba la conversación, hablaban del País Vasco, que si uno se fue para
no volver, cuando tiroteaban a lo loco, otro dijo que Franco premió a Cataluña
y País Vasco con industria y por último se quejaba que estaba en ese lugar la
banda del enemigo. Resultó ser un chute lleno de estimulación escucharles.
Blanco terminó de fumar y tomarse la copa de vino y se fue sin decir nada.
Capítulo 4
Alejandro Blanco
estando en su despacho recibió un mail de uno de sus informadores cuyo
contenido era un documental sobre la financiación del Daesh. Se financian estos
terroristas con el petróleo, gas, fosfatos, cemento, agricultura, extorsiones,
tráfico de arte y donativos, de mayor a menor, consiguiendo mucha pasta,
millones de euros.
La policía,
guardia civil y el CNI le están plantando cara a los yihadistas en España,
están deteniendo a peligrosos enemigos. Pero no hay que confiarse, se dijo para
sus adentros Blanco.
Anochecía. Pudo
ver el crepúsculo. Sentado en su sillón del despacho leía la biografía de su
admirado Mikel Lejarza. Tomaba una copa de licor de manzana. Sonaba la música
de U2. Where the streets have no name, era su canción
favorita. Pasaron dos horas y le invadía el sueño. Se puso el pijama y se tiró en la
cama, estaba reventado, mañana sería otro duro día de lucha entre buenos y
malos. Pensaba en su protegido, no debía fallarle.
Era NocheVieja.
El dispositivo de seguridad estaba funcionando en la ciudad. España estaba
blindada. Tomó un bourbon a la salud de Helena, su analista. Ya nació el niño
Jesús, bienaventurados seamos, se dijo Blanco.
En España y
Europa no ocurrió nada, sin embargo en Estambul, Turquía, sí, un yihadista mató
a inocentes y dejó heridos en una discoteca. Las operaciones anti Daesh
detuvieron en España a dos yihadistas teniendo por armas no escopetas de caza
sino un Kalashnikov que tendría una
tercera persona y la policía está en máxima alerta. Querían atentar en la
Puerta del Sol en Madrid.
Alejandro Blanco
pasaba los días, paseando por la ciudad, mientras protegía a su protegido, él,
su protegido, no salía de casa mucho, marchaba de su trabajo a casa, y los
fines de semana, tomaba café, leía el periódico volvía a casa. Blanco algunas
veces veía juntos a la pareja, a cenar como mucho.
Estaba Blanco en
su despacho y se dispuso a ver el telediario, Felipe VI ha apremiado a la
sociedad y a las instituciones españolas y las Fuerzas Armadas a luchar contra
el terrorismo global en la Pascua Militar.
Ante el mensaje
de Felipe VI, a Blanco se le erizó la piel. Se encendió un cigarro y se tomó un
par de cervezas escuchando a Simple Minds.
Capítulo 5
“En 2008
Barcelona estuvo muy próxima a un atentado, los terroristas tenían ya los
detonadores y solo esperaban las cargas para causar una atrocidad en el metro
de la ciudad, un agente francés enfrentó el dilema de delatar a su círculo y
exponerse o dejar que ocurriese el desastre y permanecer activo.
Tomó la decisión
correcta, pero no terminó con la chica bella sentada al lado de un porche, su
gobierno le abandonó, al fin y al cabo solo era un delincuente reclutado como
agente, un desdichado prescindible que hoy malvive escondiéndose por las represalias.
Digan lo que
digan, fue un héroe y Barcelona le debe mucho. “, le escribió un mail un
informador ordenado por la analista Helena.
A Blanco le vino
una palabra a la cabeza: decepción.
Helena era muy
activa en Internet, perseguía e investigaba tuit sospechosos.
Capítulo 6
A Pardines y
Mónica les encantaba hablar de literatura, de cine, de música. Mónica estaba
escribiendo una historia familiar que se titulaba “Siempre Amor”.
-Qué desilusión
con el filósofo alemán Heidegger, autor de Ser y tiempo, ¿no?, preguntó
Pardines.
- Sí, simplemente
un nazi, respondió Mónica.
-Yo recuerdo como
muy buenas películas: El Topo y Argo.
-Son buenas las
dos, mucho más Argo. Yo recuerdo como buenas películas y que me hicieron
llorar: Tomates Verde Fritos y el Diario de Noah, dijo Mónica.
-Para despertar
conciencias el último libro titulado “Extraños llamando a la puerta” de Zygmunt
Bauman, comentó Mónica.
-España acogerá a
más refugiados, el CNI tiene mucho trabajo para que no se cuelen terroristas,
dijo Pardines.
--El último libro
de Javier Cercas “Monarca de las sombras”, ¿qué te dice?, preguntó Pardines a
Mónica.
-Lo primero que
dice que el héroe, protagonista del libro, Manuel Mena, luchó por una causa
injusta y en el bando equivocado, no sé, fue una guerra civil de dos bandos, lo
injusto fue que algo así existió en España, donde peleaban hasta matarse
hermanos.
-¡Oh José
Zorrilla romántico, pobre y bohemio!, exclamó Pardines.
-Pues nosotros
estamos, así, así, con esta maldita crisis, dijo Mónica.
-Aunque ser
bohemio es un arte, aseveró Pardines.
-No todos pueden
ser bohemios ni otros millonarios, dijo Mónica.
-¿De quién es
esta cita? “Lo que bien amas nunca
perece”, preguntó Pardines.
-Del gran Roberto
Bolaño, respondió Mónica.
-
El IPC se
incrementó un 3%, mientras las pensiones han subido un 0.25, leyó Pardines en
el periódico. Le debían las pagas extras por la maldita crisis. Menos mal que
entraban dos sueldos en casa.
El 21% de IVA
para el cine, ¿un lujo ir al cine?, se preguntó Pardines. Qué fríos son los
cines en los centros comerciales. Añoraba los románticos cines de antes, todos
ellos cálidos, mezclados con los edificios de lo urbano. Recuerda Pardines de
su padre, que éste le comentaba, cuando iba al cine en la dictadura, resultaba
barato y les sobraba dinero.
.
Capítulo 7
Me extraña que no
tomen medidas de seguridad en los Cercanías en toda España, se dijo Blanco
fumando un cigarrillo y tomando una copa en su despacho. Algo de lo que estaba
de acuerdo con él Helena. Era de noche y llovía tímidamente. Mañana tenía que
estar cerca de Pardines sin que él se enterase. La guardia civil vigilaba las
carreteras y caminos con acceso de la ciudad, la Policía Nacional patrullaba
por la ciudad y la Policía Local pendiente del tráfico y los colegios, cuando
no tenían que informar a agentes del CNI que era en raras veces.
Le llegó un mail
a Blanco de Helena, trataba de las instrucciones del enemigo para sus
militantes, entre otras cosas recomiendan denunciar torturas cuando son
detenidos. Leería el documento más tarde. Blanco había leído novelas de John le
Carré, se enfadaron con le Carré compañeros de trabajo, espías, por las
historias que contaba practicando las mismas perversiones que el enemigo. Leyó
Blanco a Justo Navarro. Dicen que los espías son gente sórdida, borrachos.
Habrá de todo, pensaba Alejandro Blanco. Le gustaron las películas El Jardinero fiel y El Topo, basadas en
las novelas de John le Carré.
Blanco vio
amanecer. Esa naranja luminosa que alimenta a la tierra. Tenía que hacer de
escolta de Pardines guardando cierta distancia. A Blanco le resonaban las
palabras de Helena sobre el enemigo: “estos delincuentes, los enemigos,
utilizan términos militares en sus acciones cobardes haciendo daño al prójimo”.
Cuánta verdad tiene Helena, se dijo Blanco.
Ahí va Pardines,
su café en el bar que más le gusta; donde más iba, después camino al instituto
y luego a casa, tenía jornada continua, luego tomar un café o una copa con su
mujer en otro bar de la ciudad. Blanco era su sombra.
Mónica por la
mañana compraba en el supermercado entre semana. Los sábados iba al mercado.
Tenía más tiempo libre que Pardines e intentaba leer mucho y escribir mucho.
Todas las noches
antes de dormir Blanco daba un paseo por la ciudad después del crepúsculo.
Fumando se cigarrillo entre las sombras de la noche y la tenue luz de la luna.
Repasaba en su mente los rostros de los delincuentes fichados y buscados, así
como los delincuentes de la ciudad donde estaba destinado. Era momento para
tomar una copa de alcohol escuchando a Verdi en su despacho y más tarde dormir
siguiendo con la faena de lunes a domingo. Solía descansar en horas muertas del
día. Estaba solo en el mundo, no le quedaba familia, estaba soltero, era un
buen lobo solitario, un espía silencioso y sin duda era de fiar, sus jefes estaban
contentos con él.
Fue Carnaval ante
los ojos: los disfraces, la alegría, el jolgorio. A Pardines le encantaba ver
pasar por su calle el Carnaval de unos niños de un colegio cercano a su casa.
Otros ya estaban ansiosos por la llegada de la Semana Santa; que a Blanco le
gustaba más que el festejo de los moros y cristianos, ya para el verano. A
Helena y Mónica les encantaba todo acontecimiento socio cultural e incluso
religioso. Las golondrinas han llegado.
Capítulo 8
Azorín no terminó
sus estudios; no terminó la carrera, aunque pienso que tenía buena base para
escribir; por sus lecturas y vivencias. Escribió La Ruta de Don Quijote, anduvo
por Castilla la Mancha, le dieron dinero y un revólver. Una excelente obra que
eligió Mario Vargas Llosa para su discurso de ingreso en la Real Academia
Española. Azorín se exilió en París, debido a la Guerra Civil, pero quiso
regresar a España, escribió hasta llegar a anciano en prensa. Resultó ser el
más joven de la generación del 98 o fin de siglo. Esta generación buscaba
soluciones por los problemas de la España de entonces y los problemas de los
hombres. Azorín se llevaba muy bien con Pío Baroja, o mejor dicho, ambos se
llevaban muy bien. Le molestaba con rabia la idea de tiempo, el paso del
tiempo, el no tener tiempo para hacer cosas. Azorín siempre será leído, hasta
un premio literario de mucho valor lleva su nombre. Esto, por ejemplo, enseñaba
Pablo Pardines a sus alumnos.
Pardines le
aconsejaba a sus alumnos leer de todo, escritores clásicos, escritores contemporáneos,
revistas, ensayos… Algunos alumnos resultaban ser muy brillantes.
Contaba Pardines
con un recuerdo muy especial, un miércoles de ceniza de un año cualquiera,
sintió algo especial, paz incluso, lo retiene en su memoria con agrado. Era
Cuaresma, se acercaba la Semana Santa.
Pardines y Mónica
descansaban en el comedor.
-Hace tiempo que
no hablamos del problema del enemigo, dijo Pardines.
-No quiero hablar
de ese tema, ya lo sabes, dijo Mónica.
-Tú lo que
necesitas es cariño y entretenerte con humor, música, un buen libro, una buena
película, dijo Mónica.
-Hablando de
cariño, estás hoy muy guapa y sexy, más que nunca, comentó Pardines.
Se miraron a los
ojos, se juntaron en el butacón, acariciándose. Se besaron prolongadamente. Se
levantaron, quitándose la ropa poco a poco, acariciándose, desnudos se
abrazaron. Se dirigieron a la habitación de matrimonio. Se tumbó en la cama
Pardines, Mónica se colocó encima, unieron sus genitales, sus sexos, despacio
hacían el amor, acariciándose, besándose. Pardines besó sus pechos, agarrándole
los muslos. Se buscaban la boca, se daban mordiscos pequeños, besándose
prolongadamente, hasta que llegó el coito. Ambos quedaron relajados en la cama.
En otro momento llegaría la oportunidad para amarse, lo mejor que pueden hacer
los amantes.
Capítulo 8
Blanco recibió un
correo electrónico de Helena, que trataba de la guerra cibernética. Cómo Rusia
había sido protagonista en las elecciones de EEUU ilegalmente. También había
información de ciberseguridad para parar los pies a los terroristas del Estado
Islámico para que no hicieran daño a nuestras infraestructuras críticas. Blanco
se lo leyó todo fumando varios cigarrillos, una copa de vino y música de The
Cure que le acompañaba en su despacho. Se hacía de noche, la poca luz
agonizaba, vería anochecer, luego le tocaba dar un paseo entre las sombras de
la noche. Pardines descansaba en su casa junto a su mujer Mónica.
Se celebró el
décimo tercer aniversario del 11M.
Una tarde de
marzo de hace trece años, después de las tres de la tarde, rogué a la divina
misericordia que no abandone al justo y buen hombre, anduve por la calle, lugar
para manifestar la opinión todo ciudadano de a pie, tantas personas que
estábamos juntas y unidas, amplificaba el sentimiento, volviendo a resurgir después
del zarpazo de la sinrazón, pensaba Blanco.
Se acercaba la
primavera, Blanco pensaba en Helena y Pardines quería envejecer junto a su
mujer Mónica.
Blanco decidió
escapar antes de amanecer a la playa. Anduvo por la arena, escuchaba el rumor
del mar mientras amanecía. Se fumó unos cigarrillos. Se hizo la hora de volver
al trabajo. Pardines le esperaba.
Fue san Patricio,
patrón de Irlanda, a Blanco le gustaría viajar a Irlanda, y más ahora que el
enemigo no mata. Quería leer el libro de Espido Freire, Irlanda. Entonces leía
a Roberto Bolaño, estaba obsesionado con él, lo mismo le ocurrió con Dominique
Lapierre, que leyó muchas de sus novelas y con Paulo Coelho, que también leyó
muchas novelas suyas. El viernes 17 de marzo de 2017 el enemigo dice que quiere
entregar las armas y explosivos, ojalá sea el final, el tema no está muy
seguro, Helena, hablando por teléfono con Blanco, le dijo a éste que no se fía
del final del enemigo. El miedo es menor sin atentados. Y tanto que se habla de
perdón y olvidar, es difícil.
Alejandro Blanco
no era su nombre verdadero, se hacía pasar por inversor. Era sencillo y
humilde. Cuando se cabreaba, más valía estar lejos de él. Se relacionaba con
políticos, empresarios, gente de clase media, pobres, y con gente de los bajos
fondos. Conocía a mucha gente en España. Su tapadera funcionaba estupendamente,
ya bastantes años.
Blanco pensaba en
la soledad, la lucha de sí mismo, sus miedos, en la titánica lucha por ser un
infiltrado en el enemigo. Pensaba en Mikel Lejarza. La operación lobo fue todo
un éxito. Llegó a la cúpula del enemigo. Hizo mucho daño al enemigo.
Cuando Blanco
tenía tiempo libre, que no era mucho, dejaba trabajar a las patrullas de la
policía. Se subía a su coche, viajaba a Alicante y después a Murcia por la
autovía escuchando música de Guns and Roses.
Capítulo 9
Pardines y Mónica
estaban en casa.
-El enemigo ha
publicado un comunicado, dice que entrega las armas, dijo Pardines.
-No sé, no me
fío, todavía hay odio en el País Vasco, dijo Mónica.
-Yo solo quiero
el final de esta pesadilla, dijo Pardines.
-Se habla de
perdón y olvidar, dijo Mónica.
-Es difícil
perdonar y olvidar, concluyó Pardines.
Fue el día mundial
de la poesía, Pardines y Mónica leyeron poemas de Miguel Hernández y Antonio
Machado.
-Escribes durante
tu vida, tienes un trágico final y entonces te reconocen como poeta o escritor,
dijo Pardines.
-¿El poeta se
hace o lo hacen?, preguntó Monica.
A Pardines y
Mónica les gustaba el Miguel Hernández menos barroco, Cancionero y Romancero de ausencias les encantaba.
Pardines se
acordaba de José Luis Sampedro. Solía decir a su mujer Mónica y a sus alumnos
que él quería hacer más humana la economía, que fuera menos fría y que toda
persona tuviera la oportunidad de tener un salario digno; y no, que unos pocos
tuvieran mucho dinero y la mayoría no llegara a fin de mes. Otra cosa que se
debería erradicar es la pobreza, los sin techo. Mónica parafraseaba a José Luis
Sampedro: no hay que escribir para ganar dinero, ni para salir en la tele, sino
porque te nace de dentro.
Capítulo 10
Se despertó
Blanco de la siesta, decidió mirar por la ventana, cuál fue su sorpresa al ver
un coche y su conductor sospechoso, siguió mirando. Otro coche aparcado salió,
entonces el coche sospechoso aparcó, tomando medidas, prudencia, esperó a estar
solo, miró de izquierda a derecha y se apeó del coche. Hizo ademanes de
chulería. Enseguida llegó otro coche con su conductor y subió el sospechoso y
se fueron. Blanco tomó nota de la clase del coche y su matrícula. El coche
sospechoso estaba debajo del piso de Pardines. Blanco llamó a la policía. A las
horas le comunicaron a Blanco que era un coche bomba, éste respiró aliviado,
por poco tenemos una explosión, pensó.
Vio amanecer
Blanco, más tarde se dirigió a la cafetería Trébol, allí se encontró con
Pardines, Blanco sabía que estaba. Pardines leía el periódico, Blanco miraba y
escuchaba la televisión, ambos tomaban café.
-Disculpe, ¿qué
hora es?, se dirigió Blanco a Pardines.
-Las nueve,
contestó Pardines.
-Parece que va a
llover, dijo Blanco.
-Eso parece, dijo
Pardines.
-Hasta luego, y
gracias, dijo Blanco.
-Hasta luego,
dijo Pardines.
-
Fin –
Francisco José
Blas Sánchez