Éric Vuillard. Una salida
honrosa.
“Hay que viajar,” decía Montaigne.
Así comienza la novela histórica con otras citas del arte de viajar. En sus
primeras páginas nos relata las palabras básicas que utilizaban los franceses
que viajaban a Indochina. Ha habido un motín de trabajadores y hay que defender
al culi vietnamita: la palabra culi significa trabajador o criado indígena en
Asía. Los inspectores de trabajo se adentran a un gran bosque sórdido. Delamarre
inspeccionó la plantación y sintió vergüenza.
Éric nos
habla de Dupont sin faltarle humor e ironía, contando los estragos de la
guerra de los franceses contra Indochina y las peleas parlamentarias en el
hemiciclo. Nos desvela por qué le dicen: “Dupont, el de los porteros”. También
nos ilustra que el norte de Vietnam contiene bellos paisajes naturales.
En las páginas de Una
salida honrosa aflora poesía. Éric Vuillard nos hace un retrato de Herriot,
un tanto insensible y cansado, después de tanta labor pública. Hay dinero para
la guerra, mucho dinero, en cambio, para las políticas sociales las ayudas son
exiguas.
Después del grueso del
ejército compuesto por argelinos, marroquíes, colonos, ofreciendo su vida en la
contienda no podía faltar la solidaridad con ellos. Los poderosos políticos sin
perder humanidad y sensibilidad no podían evitar llegar a un unánime acuerdo. Hay
que honrar a los héroes que han caído en la batalla y a los que han resultado
victoriosos. ¿Un diputado árabe en Francia podría verse como un gran paso de la
humanidad?
Un diputado, Mendès, el
19 de octubre de 1950, ¿sería capaz de no querer mentir a su país, sino todo lo
contrario, decir la verdad? Todos escuchaban en el hemiciclo. ¿Qué pensaría la
oposición? Se decía que una guerra era muy cara, demasiado. Y cuando se pensaba
y afirmaba antaño en el interés de todos era como “la verdad de la época”.
Gloriosas batallas que salen
muy rentables. Éric nos hace un retrato de los políticos en el hemiciclo. Y
cuando acuden al bar.
Políticos destacados,
referentes morales y, divergencias entre ellos. ¿Acabar con una guerra?
¿Acordar un armisticio? ¿Hacer guerras por la paz? Hasta pensar diferente a un
político le puede tocar un atentado. Mientras los desarraigados de un país
luchan y mueren a hierro.
El general, Delattre, es
entrevistado en un potente medio de comunicación de los Estados Unidos con
mucha audiencia. ¿Querría pedir ayuda a los Estados Unidos por la guerra contra
Indochina? Le preguntaran los periodistas a bocajarro (otros amablemente), y se
desvelará algo muy curioso y triste.
¿Quién era el desconocido y
héroe de guerra Henri Navarre el cual tenía que dar una solución
imposible?
El presidente de Consejo, Mayer,
y el general Navarre, buscaban una salida honrosa, y Mayer estaría a
favor de apoyar a Navarre en todo.
Navarre tenía un plan. Era la
solución honrosa. ¿Sería efectivo su plan? Amenazaban los fantasmas. Él estaba
empecinado en su idea. Los estadounidenses estaban ayudando mucho, demasiado, a
Francia. Navarre estaba obsesionado con la solución honrosa. ¿Una solución
honrosa?
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