Maternidad
Ana se quedó embarazada. Sabía que nada más producirse la
concepción había vida en su útero, pensaba que el embrión era una vida. Se iba
a poner gorda bellamente, emitiendo un haz de luz. Llegaría el tiempo de
lactancia, emanando leche del color de la lana para su hijo. Tendrían que darle
permiso de maternidad a ella y paternidad a ti. Ana pensaba que era algo
milagroso, sabía que sucedía en la naturaleza, pero, con su embarazo se creaba
un alma de mano de Dios. Encarnaría un cuerpo con todos sus órganos: el
corazón, los pulmones, el cerebro, brazos, piernas, tronco… Después del
desprendimiento está milagrosamente vuestro hijo en el regazo de Ana. Para
vosotros dos era algo mágico.
Francisco José Blas Sánchez
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