Amor, siempre amor
En un anochecer anaranjado reflexionabas.
No se puede evitar que alguien abra la caja de Pandora. A veces piensas que la
vida no es el mito de Sísifo. Te aferras a la esperanza. Dios da la alegría y
nadie te la puede quitar. Hay ateos que rezan, sin embargo, hay creyentes que
son malos. Muchos de los primeros cristianos eran de clase baja. A los judíos los
llamaron hebreos por primera vez en Egipto. Te sientas en la fila de atrás en
la misa por si viene alguien más importante que tú. Los perseguidos son los
mejores guerreros de Dios. Un misionero no es narcisista, como has oído hablar.
¿Quién no desea la eternidad, la otra vida que será eminente? Te seduce la flor
de almendro en primavera. Has llegado a escribir en un hotel frente al mar. Añoras
la máquina de escribir. ¿Un Dios bueno permitiría el infierno? ¿Tendrá razón Origines?
Dios no es vengativo ni rencoroso. El mejor amor es el de la infancia, te
dices. No existe un único amor verdadero en la vida, te dices. En la libertad existe
el sufrimiento, es inevitable. En la vida no existe solo el fuerte y el débil,
no, hay una gama de grises y un arco iris. Piensas en la educación; la educación
en el instituto es clave. La mujer son tus esposas, te dijo un amigo poeta. Reflexionas
sobre los problemas actuales de la huerta y el campo y no lo entiendes. A las
personas sensibles, las llaman cobardes, piensas.
Francisco José Blas Sánchez